París, eterna ciudad del amor.Entrelazamos nuestras manos cálidas. Sentimos la felicidad en estado puro. Nos besamos al atardecer junto al Sena. Después paseamos abrazados bajo la luz de la luna... La gélida noche llegaba hasta nosotros y tú me protegías con tus brazos dándome calor para que no pasara tanto frío.
París, eterna ciudad de la luz. En tus ojos celestes se reflejaban las estrellas. Anduvimos a través de la Champ de Mars; y la dama de hierro nos vigilaba de lejos en silencio durante aquella noche de diciembre. El aire era fresco y la suave brisa agitaba levemente mi cabello lacio. Tú me apartabas el pelo de la cara y me alegrabas la vida cada vez que sonreías. El corazón me latía con fuerza. Rodeabas mi cintura y me acercabas más a tu pecho hasta que podía sentir cómo tu olor me envolvía. Llegó la media noche, pero París seguía brillando, y sentí que nuestro amor también lo hacía...
Nuestro amor también brillaba.
