Descubrí muchas cosas
aquel verano del 72
por ejemplo a nadar sola
a saltar la soga
y tirarme
desde un avión
en paracaídas.
También aquel libro que me diste
de pinturas abstractas
los caligramas de Apollinaire
y La última temporada en el infierno
si mal no recuerdo
creo que era de Rimbaud.
Descubrí muchas cosas
aquel verano setentista
yo ya no era una niña
pero me encantaba jugar contigo
escuchando a La Chavela
mientras te dormías a mi lado
y despertabas en tu destino
abriendo esos ojos negros
ofreciéndome tu làgrima.
Hoy cuarenta años después
te hubiera dicho: amor mío,
amor como te necesito...
Basta de esta soledad que pesa
en todo su plumaje de pavo.
Basta, quiero soltar estos clavos,
bajarme de mi cruz e ir a tu lado.
Al igual de Índigo se siente ese deseo de despojarse de la soledad, curar heridas, renovarse e iniciar con frescura a vivir.
Siempre leo tus versos con cariño y una gran admiración.