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La IncreÍble Odisea de Vivir...

Hoy estoy tan, pero tan felíz, que no quiero que me perdonen los muertos -ni los vivos- de mi felicidad. No, hoy quiero compartirla con todos, sin excepción.
Eso, que sean felices es mi deseo; un diez por ciento más felices, aunque más no sea. Y que no es poco. Para nada.
Vamos, vamos que se puede. Vamos, que solo se trata de levantar una blanca bandera. No hay que sentirse menos por hacerse un poco más humildes, que no es un renuncio; es un éxito. Eso, vamos, que aceptar una derrota ya es toda una victoria. Sobre todo, si se trata de la derrota de la soberbia; los prejuicios; los miedos.
Larguemos un sticker, eso.Y lo pegamos en todos los autos"estamos tratando día a día, y humildemente, de ser más derechos, más humanos".
Para que no se diga que somos solidarios sólo porque acudimos presurosos a apagar un incendio forestal, o para ayudar en un accidente de tránsito. U organizar colectas para una niña enfermita o un ídolo caído en desgracia.
Eso, lo sabe todo el mundo, pero dejemos ya de usarlo como titular. Porque nadie puede ser tan ciego como para pasar por alto las noticias impresas en letras chiquititas.
Porque hay -debería haber- otra solidaridad.
Una mucho más invisible y sutíl, que debe empezar por casa, desde adentro de nuestros corazones y en el día a día. La solidaridad de compartir, y alentar, la felicidad de los demás.
Tenemos una escala de valores bastante extraña y , a veces, hasta invertida.
Como que en todas ocasiones damos la impresión de que estamos en las malas...mucho más que en las buenas.
Somos campeones de la contención frente a un amigo caído en desgracia por motivos económicos, sentimentales, o de cualquier otra índole.
Pero si ese amigo se levanta, triunfa, y empieza a brillar como una supernova, gracias a su esfuerzo personal...pasa, con frecuencia, que es como que no se lo perdonamos.
Como si a un espejo que nos devolviera una inaceptable imagen de nosotros mismos lo rompiéramos a martillazos -guiados por un insano instinto- antes de intentar tomar el toro por las astas y procurar mejorarnos.
Como que nos diera temor o , como mínimo,un ligero escozor de ajena vergüenza, la dicha y sobre todo, las libertades internas de los demás; convirtiendo en víctimas -de rebote- las propias.
Del fondo de estos extraviados sentires es de donde, -creo suponer- nacen esas miradas de reprobación y en ocasiones, más que eso, hacia indivíduos infantil y prejuiciosamente rotulados, desde el vamos, a partir de su color de piel, por ejemplo.
Molestas, también, y hasta a veces, casi inmovilizantes miraditas, que se desbordan a la menor agitada, de esos crisoles llenos de un intolerante caldo de cultivo, hacia ciertas parejas -visualmente atípicas- y sólo, en apariencia, desparejas por cuestiones de edad, gordura, o nivel socioeconómico y cultural.
Como si en el seno de cada pareja no se creara -y recreara ad infinitum- un universo de simbióticos acoples y delicados equilibrios, dignos de la más compleja de las reacciones químicas.
Como puede ser posible -me pregunto- que en cualquier esquina, llame más la atención un cuarentón, llevando por la cintura a una muchachita de veinte...que la visión de una paupérrima mujer dandole la teta a su bebé, mientras sus otros cuatro hijos piden una moneda a los transeúntes?
Sin embargo, ambas escenas tienen algo en común: generan golpes bajos, aunque por diferentes motivos. Causan un efecto de vergüenza ajena, mezclado -en el segundo caso- con lástima e impotencia.
Y de envidia y bronca, por el picante cachetazo de libertad en el otro.
Y ambos protagonismos generan, también, un paralelo sentir: el deseo de no haberlos presenciado. De negarlos. De reprimirlos. De suprimirlos.
Porque como espejos hechizados que producen imágenes corpóreas y reales. Porque no se trata de una película, y mucho menos...de otro país.
Por eso la inconsciente compulsión a romper esos espejos.
Pero es imposible. Sus imágenes virtuales -prole directa de las reales- no se forman ni atrás ni adelante del plano local...sinó dentro del alma.
"Está por la plata del hombre", dicen -con la seguridad de un parapsicólogo del rubro 60 - aquellos que solo saben conquistar a una mujer con el bolsillo lleno de papeles.
Y finalmente : "Para mí, que la chica esa se copó con la imágen del padre".
Dios, esta clase de gente, debería tener dos rollos de papel higiénico en el baño: uno para el culo, y otro para el cerebro.
No lo creen así?
Y amigos y amigas, hablando de otra cosa, ya eligieron la frase para vuestro epitafio, eh? miren que hay que escogerla en vida...si no, no vale.
Me dejan ayudarlos un poquito, si?
Bueno. Hay muchas, infinitas; pero básicamente, pienso que hay dos. La de Borges: "He cometido el peor de mis pecados, no he sido felíz".
Ola de Neruda: "Confieso que he vivido".
Ustedes deciden. Ahora. Ya.
Empiecen entonces a cincelar hoy -y con letras de molde- sobre el mármol de lo que será su tumba, lo que quisieran que en ella quedara grabado. Porque mañana bién podría ser el día en que, y sin aviso previo, uno se encuentre consigo mismo.
Es el día, inexorable, en que el camino desandado nos estalla ante los ojos y la estantería se nos cae encima.
Y ese puede llegar a ser, y solo de ustedes depende, el más maravilloso o el más apocalíptico instante de sus vidas.
No se preocupen por mí; que yo ya elegí mi frase.
Mejor dicho, no lo es.
Es una palabrita. Una sola. La misma-y creo que ya adivinaron- que cierra éste capítulo.
Porque no hay fín. Ni lo hubo, ni lo habrá.
Porque en cada mañana y en cada anochecer, la vida revienta en todas las direcciones. Y cuanto más se intente pisarla, más seguirá estallando y buscando la luz...como esas tenaces e invencibles plantitas que rajan el cemento para poder hincharse al sol.
Los dejo. Ahora sí, me voy.
Y en todos los sentidos, que sí...que me voy. Que esto se acaba, digo.
Ah! antes de que me olvide. A ver, por favor, alguien que se acuerde de escribir la dichosa palabrita en mi tumba; con tiza o con carbón.
No, no. Mejor con lápiz labial, eso. Bién rojo; que por ahí saco la mano, como en la última escena de Carrie, je, y todavía puedo maquillarme. Eso, que acá no se rinde nadie!!
Continuará??...
Movisi22 de junio de 2009

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