En el patio de la abuela
entre naranjos y limoneros,
nos tirábamos los platos
y hacíamos reales pucheros.
El hermano era el papá
la hermana hacía de hija
y entre líos de familia
peleábamos por ser mamá.
Todo eran risas y alegrías
lentejas por aquí y allá,
el arroz no se pegaba
y el postre siempre se helaba.
Eran años de casitas,
de juegos a ser mayor,
de tiempo dejado atrás
que nunca se olvidará.
Los años han ido pasando
y ahora no hay juego de sueños,
aunque seguimos soñando,
ya no hay peleas por ser mamá
porque ahora... lo somos de verdad.