Cuando me canso de realizar tareas y me quiero olvidar de la realidad pongo el canal de mi imaginación, apago la luz, me meto entre cobijas y cierro mis ojos.
Las historias emanan y a fin de cuenta no las puedo controlar, abro la puerta de mi frustración en ocasiones, otras veces de mis sueños, y mis favoritas, la que combinan las dos.
Es luchar y darme consejos desde otra perspectiva, de mi lado de espectador. No sé porque a veces me gusta quedarme en los momentos de sufrimiento, de dolor, hasta prolongo la historia en capítulos nocturnos, exposiciones de novelista.
Inevitablemente mi imaginación crea fábulas que no tienen salida, que se quedan allí en lo perdido, pero la noche siguiente siempre veo lo bueno del fracaso, me esmero en la reconstrucción de lo que quedó y los finales son aún mejores, sin un feliz para siempre, pero sí, con un emprendedor como siempre.
¡por mi madre del cielo!
esta exposicion tuya de ti misma, en tu papel de espectadora, es lo que hace a tu texto ser increiblemente distinto, novedoso a la hora de contar.
Me encantan esos finales abiertos... los de los libros, los de la vida: el libro más grandioso que se escribe. Lo mágico es como tu lo pones: somos quienes escribimos, y como tales, dueños de nuestra obra, somos capaces de cambiar finales, corregir ideas y darle un sentido inesperado a nuestra historia.
Fantástico
besos, mi corazon bello
te quiero mucho