Hueco.
Eso es lo que siento por dentro. Siento cada latido en mi pecho como un eco muy profundo. Como si lo que hubiera en mi corazón en estos momentos fuera nada. Como si se hubiera exprimido de sentimientos. Cada lágrima, cada suspiro, cada sollozo… como si cada una de estas cosas me hubieran desgarrado un pedazo de corazón.
Dicen que la vida no es fácil, que el amor, tampoco, que se sufre irremediablemente, que muchas veces seguro que desearás abandonarlo. Pero que sin embargo no podemos vivir sin él. Hoy pongo yo en duda ese dicho. Quizás si podamos. Quizás si pueda. Me atrevería a decir, que no es miedo a perder el amor, si no miedo a nosotros mismos, miedo a sentirnos en la soledad. Es a la soledad a la que deberíamos tener miedo, esa que te hace pensar, recordar, añorar…
No sabría decir, si lo que siento es dolor, nostalgia, tristeza, decepción... Como se puede desear algo con tantas ganas, hasta el punto de detestarlo. Y como así, detestándolo, nos daña su ausencia.
Dicen que del amor al odio hay solo un paso. Lo dudo. Quizás no existe el amor, ni el enamorado. Quizás es simplemente un sueño momentáneo. Un sueño dulce, agrio, profundo… Un sueño del que en estos momentos, no se si me gustaría despertar.
Tengo que decidirme, ya. Pero no habrá vuelta atrás. Cuando despierte, nunca más podré volver a vivir el mismo sueño, ni por muchas veces que cierre los ojos y lo desee.

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