-Bien, cuénteme, ¿qué es lo que le ocurre a usted?
+ Bueno, había pedido cita con usted porque las cosas últimamente no me iban muy bien y necesitaba dialogarlo y exteriorizarlo con alguien pero luego...luego he visto ese bolígrafo que está utilizando para apuntar cosas sobre mí y, ¿se lo puede creer? Ahí es donde trabaja ella. Le explicaré quien es ella. Yo no quería contarle esto porque creo que es embarazoso para cualquier persona admitir que su vida depende en parte, gran parte, de la vida de otra. Yo era un hombre soltero ¿sabe? Era guapo, no porque lo diga yo no se crea usted que soy un pretencioso, me lo dicen las chicas con las que intentaba olvidarla por las noches. El caso es que era un tipo así, joven ya ve usted tengo veinticinco años. Metro ochenta y tres, voy al gimnasio. En definitiva, no era repudiado. Y psicológicamente... soy abogado desde hace 3 años en un bufete del centro y soy bueno en mi trabajo, o eso me dice mi jefe. Cualquier mujer se reía conmigo tomando un mísero café. Entonces... un miércoles cualquiera, como cada mañana fui al Post&coffee a pedir mi particular desayuno express y la vi. Era Lucy, la primera novia de mi infancia. Y le juro que la vi tan guapa que me quedé pasmado viendola por el cristal de la cafetería sin darme cuenta de que el camarero llevaba un rato llamándome para recoger mi pedido. Iba con el pelo suelto, más largo de lo que lo tenía de aquella. Ondulado y brillante. Iba con un traje de americana y falda. Desprendía elegancia, ya no era una niña, ni la adolescente loca que yo conocí. Y yo sentí un escalofrío. Pum, rápido, fugaz. ¡Era ella! Hacía 4 años que no la veía y estaba realmente preciosa joder. Perdón por el joder pero...joder.
