Beauté des instantanés qui fixent limage de leau jaillissante, fusant hors delle-même, rebondissant vers le haut, comme la gerbe décume dune vague fracassée au bord dun rocher. La vague morte engendre ce grand fantôme blanc qui dans un instant ne sera plus. Lespace dun déclic, leau pesante monte comme une fumée, comme une vapeur, comme une âme.
Marguerite Yourcenar
I
No cabe entre los dedos ciegos el palpar la belleza, ignoran las resonancias estéticas de las formas o la hipocresía de los juegos de luces y sombras. Agoniza la estética. Nada nos revela una nueva verdad. El mito no nace. La sombras de la ceguera es el pálpito taciturno de los corazones.
II
Mi texto ha sucumbido bajo el peso de mi torre de Babel. No formularé pregunta alguna. Adivinaré el futuro incierto de mis adjetivos y dejaré, sobre la línea roja de la renuncia, mi argumento existencial: soy la cadencia constante de una sombra en la penumbra.
III
No puedo leer nada que no se diluya entre mis dedos de arena. Las horas configuran la corriente donde sucumre el autor y permite que su aliento se transforme en alga o en nenúfar oriental. Me siento desafortunado en la consecuecia de ser; irónicamente mis funciones vitales se mantienen lo que me permite mover los dedos sobre el teclado. Todo es azúcar de feria transformado en lametones de esperanza y viento en el vientre.
IV
El texto, que contenía una parte de mi soporte vital, se desangra entre calles vacías. Resuenan pasos, que en la incertidumbre de su ceguera buscan esperanza. Anuncié, como el oráculo, mi propio final, lento y en pausa. Sigo en ese obligado cumplimiento a las reglas del texto, pero mi vacío debe formar parte de la verdad; irracional e irreversible...adivina la razón de mi presagio el acabar, siempe, en un punto final.
I
