Entre las palabras buscamos las ideas, improvisamos momentos, al igual que aprendemos a mirar hacia muchos lados. Recordamos, entre palabras, lo que fueron murmullos de fuente, en lejanías pintadas o en paisajes disonantes de cualquier poeta maldito. No sé adivinar qué extraña necesidad recrea la mente, cuando las rosas no despiertan o mueren los silencios. El ritmo de las horas se acompasa con cualquier adiós. Entre palabras nos vamos quedando, simplemente, inertes, como un murmullo de lejanía. Duele decir que nada sirve para evitar un adiós, pero el adiós renace con cada suspiro. Melancolía silenciosa de quienes pisan descalzos. La vida se transforma en vidas plurales. Lo que ayer amabas como árbol, hoy es hueco de hierbas, troncos secos al sol de corazones de hielo.
Cuando ninguna palabra es suficiente, cesa el batir de alas de mariposa, y callas, o no sueñas, o te llena una neblina extraña, confusa y grave. Me encontrarás, dijiste, entre las cascadas primaverales y el suave olor de los jacintos de agua. Púrpura en la línea de una tarde. Blancura engañosa de un copo de nieve. Los primeros requiebros de una flor confundida.
En tu dolor, nadie puede llegar a consolarte, porque son insuficientes las palabras o desérticos los alejados abrazos de una multitud que danza entre las sombras.
Muy cierto, a veces las palabras son totalmente insuficientes. Como siempre, un gran escrito. Gracias por compartirlo. Un abrazo