Fui árbol, de ágata y terciopelo,
soporte de tu cielo, caricia en tu mirada.
Alejada la palabra de tu boca,
nació tu árbol de la roca del mar que después
fue isla; paraíso de cormoranes y sirenas,
melenas de hojarasca y tibia tarde.
Arde la madera de mi cuerpo, sándalo agotado,
elevado el cisne sobre la copa de tu árbol.
Fui remanso de camino hacia la cima,
lima de pezuña de caballo,
trote como el rayo en la bajada,
corazón desgarrado en la subida.
Fui mirada, una vez más y árbol,
pedestal del verde, crónica de savia,
encanto del eterno retornar
a la selva de tus sueños.
Fui la nada, ventisca sobre un mar desgarrado,
amarrado al palo de una nave a la deriva.
Arriba, donde susurran los naranjos
me diste el beso, aquel que marcó la senda
de otros muchos, lejos de olvidar su primer aroma,
asoma una vez más.
Nuevo árbol, horizonte de luz, primor de esencia.
Estás en la presencia de quien se sabe Tierra,
paso y camino.
Destino de dos, al compás de un suave meditar
la tarde que declina.
Es una belleza, es un lujo poder leer tan bonita poesía.
De veras gracias por compartir.
Un abrazo