Cuando éramos jóvenes me exigía siempre. Ahora, mayor, aún lo hace pero yo he perdido la voluntad revolucionaria y ella el vigor. Seguramente, es por eso, que nuestro entendimiento cada vez es mejor.
La culpa, si es que hay algún culpable, se la otorgaría a mi madre. Cuando nos presentó en el sofá de casa. Lugar dónde se debían oír los sermones y en el que yo quedaba hundido por el boquete formado a años, por del culo de mi padre, como si estuviera enterrado en el pecado.
-Mira me dijo- Te presentaré a una compañera para toda la vida, se llama conciencia.
Una sonrisa se me dibuja al acabar de leerlo. Simplemente genial. Un saludo cordial.