Entre los chirridos del silencio que acompañan al claro de la luna, escucho tus labios abrirse.
Es un gran agujero que exhala calor, que exhala gemidos que saltan al compás de los segundos que marca el reloj, que exhala las más dramáticas vocales pintadas de un puedes tocarme si quieres
.
Tus manos alargadas penetran las entrañas del deseo; se mueven lentamente sobre la humedad de las paredes, caminan sin cesar sobre mi espalda, tararean al ritmo de los grillos y sin parar se entrecruzan sobre sí mismas, buscando consumirse en un fuerte apretón que provocan un ligero sangrado en mi piel.
Un gemido tras otro despierta a las luciérnagas que ronronearon entre los suspiros escasos y las melancólicas palabras que se enredan sobre mis labios. Humedezco tus orejas, y entro en pánico, el frío que se despierta en mis pies, sube lentamente hasta tus labios.
Gritas lo que sientes, palpas lo que deseas, abre tus ojos tal cual alma que devora las pasiones de este insignificante mortal; tus fluidos empapan mi sexo, y el sudor firma en las sábanas el mapa que me llevó hasta ti.
Una historia que no me canso de repetir al simple recital de la noche.
Efímero recuerdo que hoy me planta ante tu recuadro desnudo; lleno de imperfecciones, lleno de lujuria, lleno de desenfrenos, lleno de locuras desbordantes de gemidos.
Casualmente hoy celebro nuestro aniversario masturbándome con el orgasmo que alguna vez ambos escribimos.
Precisamente hoy, recuerdo tus gemidos más cerca que nunca.
Precisamente hoy, me he dado cuenta que al tocarte una vez, nunca pude parar de hacerlo.
exitante y desconsertante me gusto la forma en que expresas los gestos al amar muy bien me gusto mucho