Sentado en el borde la cama, con las manos en la cabeza y llevando un pantalón desabrochado, sin zapatos, sin camisa, sin fuerzas, sin ganas, sin nada.

- te vas, ¿y esto queda como si no ha pasado nada? (le pregunto)

Acostada, desnuda, con sus senos al aire, con su vagina descubierta, sólo su piel es visible entre las sábanas blancas que medio la cubren; su aroma es sólo un cigarrillo gastado a la mitad.

- creo que ya sabes respuesta (me contesta).

La habitación de aquel hotel era tan perfectamente blanca, que las mismas paredes relucían de un aroma a quietud y paciencia; siempre eran iguales, aunque en ese instante estuviese un alma entre sus paredes muriendo lentamente ante el desprecio de aquellas palabras; sólo un alma desvalida pisoteada por la arrogancia de aquellos cabellos negros y de aquel cigarrillo tumbado en la cama.

- ¿y seguiré esperando? (le pregunto)

Los minutos siguen pasando y el olor a cigarrillo se tumba entre sus labios, toma una bocanada, y luego con sus dedos lo quita.

- esperas porque no te haz resignado a las horas (me contesta)

La ventana abierta se vuelve elegante ante la calle de asfalto que cubre su interior; es como un cuadro donde yo desde afuera, veo la ciudad que desencadenó mi tragedia; el sol pega fuerte, pega en su rostro y los rayos pegan en la cintura de aquella mujer, de aquella sábana, de aquel cigarrillo.

- minutos gastados….(dije)
- sólo te aferraste a un sentimiento efímero y perdido entre caricias que se dejaron llevar por el momento
- pensé que serías mía de por vida

Un silencio cortó el aire. Hasta que ella respondió:

- piensas demasiado (me dijo).


Se levantó entre aquellas palabras y se puso nuevamente su vestido negro, pisó sin culpa con el tacón la copa de champagne que quedaba en el piso, esa era la pista de un crimen culposo en donde mi piel se dejó llevar por la arrogancia de una ladrona de almas.

Tomó su cartera del rincón, se miró al espejo y vio su reflejo tan bello como siempre, se arregló su cabellera negra y sin decir nada dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.

- espero verte de nuevo el miércoles marco (dijo ella entre sus labios rojo fuego)
- cómo sabes que me encontraras aquí de nuevo? (pregunto desde mi cara escondida por las manos)

Y nuevamente quedó el silencio entre las sábanas y entre los pocos segundos que marcaba el reloj. Finalmente ella tomó la manilla y me dijo claramente arrastrando las palabras:

- porque siempre piensas demasiado (me dijo)

Abrió la puerta, y se fue.

Nigth14Seguir Autor Recomendar Texto Agregar a Favoritos