Logró separar las ramas de los arbustos, y allí, frente a sus ojos, se encontraban criaturas de todas las especies. Náyades jugueteando con el agua y las sirenas, risueñas, pero con aires siniestros o misterios. Trasgos orejudos de un color verde más intenso que el de las yerbas, y con toques de malicia en sus gestos. Ninfas surgidas a partir del tronco de un árbol, o del tallo de una flor. Hipocampos pirueteando en el río hasta tocar una nube con su cola. Doxys revoloteando por los cielos, posándose en las ramas de un Treant vetusto.
Entre tanto desatino, el muchacho se preguntó cómo podía haber llegado a semejante paradero. Todo pareciera un mundo paralelo e idílico, sin pies ni cabeza, sin principio ni fin.
Tentando a la suerte, decidió adentrarse en aquel paraíso de seres ilusorios. La luz del sol brillaba con más fuerza, y notó a unas hadas mariposear alrededor de su nariz, aturdiéndolo con cantos y alabanzas.
Al despertar solo lograba recordar algunos detalles. Le pareció extraño despertar en su propia cama, goteando sudor por cada poro, con su madre colocándole paños de agua fría sobre la frente. Pero más raro fue advertir en los hombros de su madre unos bultos vagamente familiares. ¿Sería su madre un hada? ¿Sería su hada?
Bueno, tampoco te di la bienvenida a mi "rincón". Yo al menos no me meto con personas inocentes que ni si quiera pueden defenderse en ese momento. No soy una cobarde en ese aspecto. Al menos voy de frente.
Es un placer que no te quedes mucho tiempo más aquí. Menos basura (además de la escribo yo, claro).
Muchas gracias. En realidad lo importante no es el mundo idílico, sino la metáfora que dice que la madre es un hada, aunque realmente no sea un hada con alas.
En fin, no sé si se entiende.
Gracias, otro abrazo para ti!
Lo siento mucho. La verdad es que lo escribí para usar unas palabras concretas, como un proyecto léxico que tengo, pero no como afición. Además llevo mucho tiempo sin inspiración.