Yo estaba inconsciente, o debí estarlo,
porque no recordaba nada con anterioridad a ese momento.
Ella había estado allí desde el principio.
Me contó que había tantas estrellas en el cielo
como lagrimas yo había derramado.
No pude comprender su significado,
puesto que en esos momentos yo estaba viendo el amanecer a su lado.
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Ahora lo comprendo todo. El cielo está atestado de estrellas errantes
y ella no está conmigo para atisbar el fuego
que alcanza mi corazón, cada madrugada.