Su voz aún clamaba por justicia,
Pero no dudé en abatirlo como a un extraño.
(Su quejido aún me eriza la piel.)
Su presencia se peleaba con mi sombra,
Ya era hora.
Colgué el título de musa,
me pesaba tanta copla
Sobre las rodillas.
Mi cerebro da vueltas genio mío y por más que lo intento, no consigo alcanzarte.
Te haría una pregunta, pero la dejaré para otro día.