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Mi Martiillo

Concurría al bar de la 129 solo para verla, llegaba, pedía un café y cuando me lo terminaba seguía con una cerveza, a pesar de que aborrecía el sabor de la cerveza. Había llegado a beberme cuatro, era parte del ritual necesario para estar ahí, además no quería parecer un blando.
Aquel cabello de un rojo encendido, y esos ojos verde esmeralda me dejaban sin aliento.
Al principio no quería admitir que estaba obsesionado, pero era un hecho que si.
Tenia el celular lleno de fotos, que le tomaba sin que ella se diera cuenta y una que otra filmación.
Me pasaba el día pensando en ella, en como seria si fuéramos pareja. Me causo mucha alegría el saber que no tenia novio, como una mujer tan hermosa podía estar sola?
Luego de meditarlo un tiempo decidí que era hora de hablarle. Tal vez ella sentía lo mismo, y al igual que yo, no se atrevía a hablar conmigo, por temor al rechazo.
Regrese al bar a las 4 de la tarde, ya que era su hora de descanso, y como de costumbre ella estaría atrás del local fumando un cigarrillo.
A medida que me acercaba al punto en cuestión, el volumen de aquellos desconocidos jadeos se intensificaba, al asomarme por detrás del contenedor de basura la pude ver, aquel cabello rojo encendido siendo jalado por el obeso gorila, que la penetraba incesantemente.
No daba crédito a lo que estaba viendo, quise creer que no era lo que parecía, por perturbador que esto parezca quise creer que aquel gordo infeliz la estaba violando.
Luego de aquel hecho me mantuve alejado un tiempo, pero estaba mas que claro que yo no iba a olvidar aquella terrible ofensa.
Regrese a aquel lúgubre callejón, un 13 de julio a las 4 de la tarde, pero esta vez acompañado de mi martillo. Y allí estaba ella sola, con su cabello de un rojo encendido y sus ojos verde esmeralda, fumando, con aires pensativos.
Es impresionante la facilidad con la que un martillo atraviesa el craño, no se necesita uno muy grande para extinguir una vida de solo un golpe.
Pero esta se resistía, luego de que le asestara en la parte superior de la cabeza la peliroja aun seguía viva, blanqueando los ojos, convulsionante, pero viva al fin, será que el amor que sentía por mi, y que nunca llego a confesar la ataba fuertemente a este mundo?, bueno eso ya no importa, con un segundo golpe de mi martillo en su frente, el movimiento cesó.
Es la cuarta este año que falla a mis expectativas, que no es merecedora de mi amor, pero igual yo sigo tranquilo porque como dicen, Hay muchos peces en el agua.
Pantraxard23 de julio de 2014

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