Francia era bella como la lluvia. Cafés de aromas mate y satinado. Amores de altura, amores de mares. Me voy de Carlos porque me voy de Francia y Francia es de Carlos. Me voy de ti y de los dos. De los mares y lo amores, incluso de los cafés.
De los besos de ayer solo queda el sabor, más que suficiente y una tanto nefasto. El olor de la almohada se esfumó y es que los cabellos se adueñaros de tus sueños y la esencia. Me voy de ti desde Francia; de la torre de acero y emblema de romances. Esos te los quedas tú porque más que míos son tuyos y más que romances, aventuras.
Me voy de Francia porque ya no quedo de ti. Me voy de ti porque ya no quedo de Francia y Francia es tuya. De las cartas de ayer solo queda la tinta diluida de los abrazos y los besos y los amores y las pasiones. Me voy de Carlos, y eres tú. Me voy porque Francia es tuya y no quedo de ella. Me voy Carlos, para no besarte y no morir de angustia. Me voy para pensarte menos y amarte más; en silencio. Porque en silencio se quiere menos y porque en silencio se es más sensato y las locuras divagan lento. Cordura Carlos, cordura nos faltó para no dejarnos de Francia aunque sea tuya. De ríos, palacios, luces, cielos y cafés es la Francia mía. La de besos y amores es la tuya. Y es que ciertamente no recuerdo tu mano con la mía; recuerdo tus besos, pero no los míos. Me voy de Francia (y de ti también) para no perderlos.
Me voy de Francia porque ya no quedo de ella y aunque sea tuya sé, que en el fondo, aun quedo de ti. ¡Pero qué locura quedarnos de amor sin Francia!. Te la dejo, porque es tuya, pero faltará el aroma de los cafés turbios que solía ser. Sé que el misterio de la Francia mía te gustaba y también porque supe de más de ti que tu de mi. Entonces Carlos, sé lo que tú no sabes. Me voy de ti, porque no queda más de nada. Ni de Francia, ni de amores; ni de ti, ni de mí; ni de besos.
Francia se quedó de los dos.
Me voy de Francia; me voy de Carlos. Me voy de ti.
