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El Hombre Del Saco

-Nadie sabe por qué, pero desde entonces las sombras son más negras y el Sol más endeble. Tal vez aquel fuera el castigo que nos impuso el destino por echar a tan grande persona de este lugar. –Aseguró el viejo bibliotecario, mientras se colocaba bien las gafas con un sutil movimiento del dedo índice.- Aquel chico no se merecía nada de lo que le habíamos hecho. Desde el principio, él venía en son de paz.
-¿Podrías contarme la historia desde el principio, por favor?
-Por supuesto que sí. Empezó todo en una mañana de verano. No era un día especialmente caluroso, tampoco demasiado frío, pues se estaba suficientemente a gusto como para que los niños ya comenzaran a corretear por las calles a esas horas. Hasta que estos detuvieron su jolgorio ante la presencia de una nueva persona en el barrio.



-¿Y quién era?
-Era el hombre del saco de pieles. ¿A caso no era mucha casualidad que todo aquello comenzara poco tiempo después de su llegada?
-La verdad es que tiene mucha lógica.
-Pues claro. Y estuve a punto de acercarme a él y preguntarle por qué lo hacía, pero aún con escopeta en mano había algo en él que me obligó a esconderme y espiarlo desde la lejanía en lugar de actuar de una forma más directa. Y vi como sacaba enormes paquetes de su bolsa como por arte de magia y los colocaba en frente de las puertas de cada casa. Menos cuando llegó a mi puerta. Entonces se quedó parado en frente de ella pensativo y dio media vuelta, dirigiéndose hacia mi escondrijo. Me había descubierto. “¿Podrías levantarte para coger tu paquete?” Preguntó. No sé por qué, pero obedecí y me entregó en mano una enorme caja, mucho más grande que las demás, mientras me decía: “Este último es especial. Es un regalo para todos”. Y luego se fue.

-¿Y qué había dentro?
-Déjame terminar.
-Perdón.
-Pero al final no se llegó a abrir, pues cuando acerqué el oído a esta para hacerme una idea previa de su contenido, escuché una respiración. Se nos pusieron los pelos de punta a todos. Nadie se atrevió a abrirla. Escondimos la caja y fuimos todos juntos a por el hombre del saco en forma de muchedumbre furiosa, ya que temíamos ir por solitario. Cuando lo encontramos caminando por la calle, (sonriendo, como no), le preguntamos qué contenían los paquetes. Ante sus respuestas, enigmáticas y profundas como siempre, nos comenzamos a poner nerviosos. Así comenzó una discusión memorable.






Queridos vecinos:
Como supongo que ya habéis comprobado, yo no soy una persona normal. Vengo de un lugar muy lejano cuyo nombre no recuerdo. Mi vida había sido dura y llena de desgracias. Hasta que un día cualquiera encontré a un hombre extraño. Parecía muy anciano y llevaba un saco de pieles. Cuando me vio sonrió y sacó de este un billete de lotería. Me dijo que estaba premiado y se fue. Aquello fuera una experiencia del todo extraña, y creí que todo era una especie de broma pesada. Pero al día siguiente comprobé que, en efecto, aquel billete estaba premiado. Con el dinero ganado por fin pude desprenderme de mi asquerosa vida anterior y ser feliz. Pero no me valía con eso. También quería ayudar a los demás, para que nadie viva lo que yo he vivido. Comencé a hacer todo lo que podía por las personas que me encontraba por la calle.
Hasta que, de nuevo, me volví a encontrar con aquel anciano. Este se dirigió hacia mí como a un viejo amigo y me dijo: “Pareces contento con el regalo que te hice”. ¡Como para no estarlo. Y entonces prosiguió: “Te quiero contar una cosa. Mi saco es mágico. De él puedes sacar todo y cuanto desees. Quiero hacerte entrega de él. Pero con la condición de que lo uses como yo lo he usado toda mi vida, ayudando a los más necesitados.” Como podéis suponer, acepté la oferta y salté de barrio en barrio, de parroquia en parroquia, de provincia en provincia. Hasta que llegué a este lugar, donde me he encontrado a unas personas tan amables como vosotros. Todavía no os conozco muy bien, pero espero que esta caja sea el inicio de una gran amistad, ya que dentro guardé la felicidad que sentí cuando descubrí que me había tocado la lotería. Respirando y esperando a que alguien la dejara salir al exterior. Ahora vosotros poseéis esa alegría. No la desperdiciéis.
Un fuerte abrazo:
El hombre del saco.

Pepitogiraldito29 de septiembre de 2015

1 Recomendaciones

3 Comentarios

  • Pepitogiraldito

    Una duda yo el realidad escribí un texto mucho más largo. Por qué solo se muestra este fragmento?????? D:

    29/09/15 03:09

  • Loquillo

    Cual?

    29/09/15 04:09

  • Anakin85

    Muy buen texto!! Una visión mucho más agradable del hombre del saco, ja, ja, ja, ja.

    02/04/16 02:04

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