El verso de todos los muertos
Si supiera referirme a la muerte
la mía , la de cualesquiera
tu muerte
la muerte anodina de todos
tal ver sería un verso universal, un himno.
La péndola, quinqué o hachón que enjuiciaría
el tornasol en las partículas y providencias;
birlocha peregrina, su poesía sería ley
sobre inmaculado resalto y hermoso cometa,
en limbos añiles, y cielo azul estrellado.
La muerte:
la tuya
la nuestra
la que ingiere en todo lo que vive,
como, la vida misma siempre sería principio
como el candente hierro, que los herreros moldean
siempre sería vida, principio, amor, verso.
Si se pudiera escribir versos para todos
y no epitafios malditos de una vida huera
abrazaría lo eterno y lo piadoso
en una nota de arpa, que resonara
y significara para todos, solo poesía.
Sordina de santuario o cartuja
existiendo en las campanadas de solo la vida,
lenguaje y resuello de los que existen.
Lenguaje de savia y existencia
divagando por todos los seres bellos,
elegía de estirpe y acedera verdad.
Elipsis de regocijo o discordia,
de delicado cariño y apego,
desapego entre, bien y mal
humectado, calado, en los designios
que serian, poemas eternos.
Qué cerrazón
discurrir el sigilo
hacer que la vida sea solo, poesía.
Y mientras todos mueren,
existen todos, existimos con un verso apócrifo
el verso de todos los muertos.