Muerto
La savia mana iracunda
en el pliego de las estolas ausentes.
Acarreo los calcos roídos
por las peñas del arcaico paisaje.
No adquiero lenitivo
vuelven añejas marañas,
del destino que al alzar el vuelo,
destruye todos mis espejos,
y todos sus cristales rotos
hacen sangran mis pies.
Me muero en la sangre
de mis propias verdades.
Me siento como un perro
con las entrañas abiertas
muerto en la carretera.
Solo queda de mí el hedor
nada más, he muerto.
Amigo, como siempre transitamos por parajes muy parecidos, tu poema es una rapsodia negra de un poema todavía por escribir y al que sin duda todavía le queda mucha vida. Echo de menos el poder poner música en esta página, pues sin duda eso dota de mucha más personalidad al poema e influye en lo que el que escribe quiere hacer ver, pero como no lo tenemos, nos tendremos que apañar con los medios con los que contamos.
Como antaño, me he valido de tu poesía para dar una réplica desde mi forma de escribir, espero que no te moleste.
Un saludo, Pol.
Posdata: no lo recomiendo por la foto, pero el poema es bueno.