Con su relámpago íntimo. Retozan sobre la ranura de la lejanía,
los niños que con alma clara, aún no han traicionado al mundo.
En pos de la prerrogativa del Dios: miran a través del hombre.
Siendo mujer miran, el mar las estrellas: miran el tango.
De la naturaleza miran el más allá, entre equinoccios.
Y de los linajes y de los umbrales del tiempo. Esos ojos.
Miran el precepto armonioso y la concordia de los poetas
Es del Olimpo de donde germinan las divinas ideas.
Esos ojos nos encontrarán perpetuamente jóvenes;
Siempre nos mantendrán así.
Siempre te recuerdo niña.
Y yo a ti, siempre joven y con una sonrisa, madre.
Siempre seremos madre e hija.