La nube lamiendo y rasguñando
dulcemente al intácto
e inmóvil cielo.
Con sus azules ojos,
él tímidamente
la corteja y parece sentirla
en su piel de tul.
Mientras quejidos de motores,
insultos, mentiras
y soberbias
desperdician el cúlmine
momento del amor.
Ellos se aman, únicos,
auténticos,
antiestéticos,
embelezados,
mágicos,
sayos.
Y ellos...se odian, tétricos
falsos,
estéticos,
osados,
bulgares,
ignorantes.
Y parece inaudito
saberlos mezclados
en un mismo sitio.
Aunque es la altura
quién marca la diferencia.
Ellos están ya amados.
Ellos piadosamente
nos observan con el rabillo
de su ojo.
Ellos son.
Nosotros...
apenas nacemos.