El Pais de Los Sueños Eternos
24 de agosto de 2008
por purple
Una mañana lluviosa de invierno, una joven iba caminando tan ensimismada que no se daba cuenta de que estaba a punto de llagar tarde a clase, a no ser por el pitido de un camión que la despertó de su supuesto sueño.
Mientras aceleraba su paso se fijó en el camión. Era muy grande, lleno de objetos extraños; reliquias para amantes de objetos antiguos. Además estaba repleto de libros a más no poder. De repente vio como lo descargaban todo y lo llevaban a una antigua tienda de ropa, la cual cerraron por pequeños problemas de vandalismo.
En ese momento la muchacha decidió ir a curiosear pues le llamaba mucho la atención. No es que fuera una chiflada por objetos así, más bien le gustaba lo antiguo o raro, por así decirlo. Por lo que se planteó regresar al terminar las clases. Y hablado de clases, tenía que ir pitando a las suyas o si no, un retraso más le costaría lo suyo.
Lo dicho hecho está. Por la tarde pasó por la tienda. Al entrar se dio cuenta de que era una tienda normalita, sin nada especial, pero eso sí, tenía un olor a especialidad mezclado con antigüedad muy peculiar a parte de que el dependiente estaba degustando unos pepinillos en vinagre, por lo que también olía a vinagre.
Mientras paseaba por los pasillos, manoseando las cosas que le interesaban y llamaban mucho su atención, a lo lejos divisó un pequeño pasillo alejado de los demás. En cuanto lo vio fue sin reparos a aquel sitio y miró de qué iba.
Estaba lleno de estanterías, repleta de libros y más libros. No es que ella se considerara una amante de la lectura pero a veces le encantaba leer historias interesantes. Mientras pasaba por cada libro, se fijó en uno que estaba bien apartado del resto, pero que destacaba mucho. Sin darse cuenta lo cogió y leyó la portada donde decía: El país de los sueños eternos, en letras grandes y bien remarcadas, a las que si les llegaba la luz se llenaban de colores como el arco iris.
Lo siguiente que recordó fue ir con el libro al mostrador y entregar el dinero, además de salir con él y empezar con el camino de vuelta a casa.
Pasaron los meses y nada que lo leía. Así hasta que terminó el curso y llegó el día de sus vacaciones esperadas. Ella deseaba mucho que llegaran desde que terminó la anterior. Ir al pueblo de sus abuelos le encantaba desde niña y más cuando iban a dar un paseo por el sendero que daba a un precioso valle detrás de su casa. Solía pasar horas contemplándolo junto con sus abuelos y sus padres. Ese recuerdo no le gustaba demasiado pues sabía que de ahora en adelante no iban a estar todos juntos.
Un día soleado, pero no tanto como para derretirse nada más salir, decidió dar una pequeña vuelta por aquel sendero. Recordó que llevaba su libro por lo que lo llevó con ella. Una vez rodeada de tranquilidad y paz comenzó a leerlo, pues por algo lo compró.
Así una página, luego otra y otra, hasta terminar el primer capítulo. Sin ni siquiera darse cuenta sus ojos fueron cerrándose hasta quedar en la oscuridad completa.
Mientras dormía se podía apreciar cual eran sus reacciones en aquel sueño por su rostro. En momentos se la veía con una felicidad inmensa, en otros, llena de desconsuelo, y así hasta infinidad de sentimientos, tantos que era como la lista de papá Noel.
A lo lejos se podía ver cómo se formaban nubes hasta que se colocaron encima de la muchacha. Una tormenta de verano se había formado. Eso la hizo despertar de su adorable sueño, al que le faltaba su final. Se sentía triste y decepcionada a la vez, quería su final, pero lo que si tenía claro era lo que no quería tener, una pulmonía. Por lo que fue corriendo a la casa de se abuela y quitarse toda la ropa empapada.
Entonces vio que su libro estaba encima de la mesa. Según recordaba ella, lo había dejado entre la ropa empapada. En ese momento lo cogió y retomó su lectura. Se quedó en estado de shock cuando se dio cuenta de lo que iba la historia.
Era completamente igual que su sueño, el sueño que hace poco acababa de tener. Pensando un poco fue a las últimas páginas para saber el final, pero lo único que encontró fueron hojas en blanco en donde faltaba el final. Un final del que ni ella ni nadie iba saber.