Un día se encontraron el muchacho de los pajaritos revoloteados con el de las lamparitas fundidas. Uno anda por ahí haciendo volar sus sueños en aves que terminan dejando sus plumas en los caminos que pisa, el otro trata de llevar la poca luz que le queda en sus reservas a fuentes que han perdido brillo.
Ambos fueron abandonados por la misma mujer en diferentes puntos de la historia. Y cada vez que se encuentran, se quedan mirando a la distancia, como a punto de batirse a duelo. Nadie sabe si se odian o solo comparten sus penas en la conexión de sus ojos. No hay gesto, no hay palabras, no hay respiración.
Algunos los llaman "locos", otros los tratan de "raros", otros simplemente los califican de "idiotas".
El poeta y el cuentista no pueden expresarse más que en el papel, la realidad los ha consumido, los desamores los han agrietado y ya no quieren hablar.
El siglo que viene les hará justicia y dirá que ambos, a su modo, han intentado iluminar el mundo.
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