No sé ustedes, pero siempre detesté los Miércoles que parecen Domingos a la tarde, porque hacen que los ayeres se envuelvan de Otoños y pinten de Lunes los rostros a mi alrededor... y justamente, entre ayeres y Lunes, el Martes me puse a conversar con un viejo amigo de locuras pasadas, y ya sabemos que cuando los amigos se pierden en los recuerdos... algunos no regresan jamás...
Y allí estábamos... él me hablaba como si fuéramos Viernes al mediodía de épocas escolares, y yo, como si fuéramos sábado por la mañana yendo a trabajar... digamos que era una conversación atemporal, rara, invernal, inconsciente... hasta que de repente, cuál estallido de estrellas al otro lado del universo, una mujer portadora de la partícula de Dios vino a despabilar mi centro de gravedad, y no es por exagerar, pero con cada paso, el segundero en mi pecho se desconfiguró... me convertí en primavera... ya saben, toda esa locura de 14 de Febrero e instantes de sábado a la noche, y con toques de veranos furiosos ardiendo en mis pensamientos de siesta...
Y allí estaba, evadiendo las palabras de un amigo atascado en un 29 de febrero, pues mi atención ya se había ido tras el paso lento de la que pudo ser mi futuro más próximo, o el pasado mismo encarnado en esos instantes plagiados de eternidad... pero sin final feliz...
...es lo que pasa cuando el corazón se toma vacaciones... que te hacen perder la noción del sueño y te vuelven naufrago en el tic tac...
ram