Creía ciegamente en la leyenda del hilo rojo. Creía en esa premisa de que dos almas se desenredan de la maraña para estar juntos. Creía en la fortaleza del filamento. Creía en el tiempo como un paciente justiciero que logra imantar el brillo especial de dos corazones para que puedan coincidir en el nacimiento de una misma estrella...
...Pero nadie le dijo que su hilo en particular se cortó de manera imprevista. Sabía que en el otro extremo había alguien, pero no le dijeron que ese alguien era escéptica a estas "tonterías" (como ella solía refunfuñar en su soledad) y que hacia lo posible para escapar de destinos programados y para ello deambulaba de aquí para allá creando el propio (como también se decía para alimentar la idea).
Nadie les contó sobre el día en que se volvieron abismo y pasaron a ser dos almas alejándose a la nada buscando respuestas, vagando en amores de espejismo, arrastrando sus mitades por un tejido infinito que los lleva a ser el punto descosido.
La respuesta a esa cruel tragedia, es el pasatiempo del destino y el misterio, ellos son los culpables, ellos son los responsables. Niños que juegan de vez en cuando a cambiar párrafos del gran libro del universo a gusto y piacere, pero sabiendo siempre que las víctimas del mismo serían parte de un regalo especial... la eternidad del amor. Pero ya no porque estén obligados a una atadura sino porque han de encontrarse siguiendo las luces de sus propios latidos.
Estas historias de estrella se las puede ver por ahí, dibujándose arrugas y cosechando besos, iluminando caminos y criando sus alas para volar juntos más allá de la muerte.
ram
