Erase una vez que se era un caballero, uno normal que no destacaba entre los demás, ni quería, erase una vez una princesa en un castillo protegida, segura de que nadie le haria daño pues antaño ya hubo quien quiso herirla, y alguno lo consiguio.
Este caballero seguía su camino sin saber muy bien adonde, solo mantenía una lucha con su eterno enemigo, un dragón que no solo escupia fuego, si no que atemorizaba su corazón con sus sueños más negros.
Aun así lejos de rendirse, reponía sus heridas y seguía luchando contra el, hasta que un día la lucha llevo cerca del castillo de la princesa, llamo a su puerta y el flechazo fue instantaneo, todo iba bien hasta que el dragón apareció.
El caballero salió a luchar, esta vez no solo luchaba por el mismo sino por proteger a la princesa, la lucha fue feroz... el dragón rompió la armadura del caballero, y este, al verse vulnerable, tuvo miedo de seguir la pelea sin volver a lado de la princesa, de perderla, volvió a su lado a curar sus heridas para proseguir la lucha.
Pero la princesa al ver las heridas, recordo horrores pasados de quien la hizo daño con heridas parecidas y huyo pensando en que volverían a herirla también, dejándo solo al caballero que con mirada perdida veía como ella se alejaba, sin entender porqué si su amor era tan arduo un día, ahora ella se iba.
Esta historia no tiene final, quizás la princesa siga huyendo toda la vida o encontrando el amor, pero sin la magia que sintio estos días, quizás el caballero caiga en el olvido, pero lo que sí es cierto es que como tenía previsto, repuso sus heridas y volvio a levantarse, y a combatir al dragón, no tenía el amor como espada, pero sí la venganza por haberselo arrebatado, decidido a vencer aunque eso le cueste la vida.
Erase una vez, un caballero la princesa y un dragón.