Unas lágrimas asomaban a mis ojos
mientras un ser extravagante
avanzaba implacable
por mi torrente sanguíneo,
mezclándose
con mi líquido vital
sintiéndose el dueño
de cada una de mis células.
Todo mi mundo se paralizó
en ese preciso instante
en el que una ponderosa losa
atrapaba mi cuerpo
hasta el fin de mis días.
Intento sobrevivir
al caos que me circunda,
terribles premoniciones
que mi mente dibuja sobre mi.
Poderosa enemiga
experta en aniquilar
pensamientos positivos
imaginando mi futuro
envuelto en perversos designios.
Alojada en mi celda
maldiciendo mi pesada carga,
no soy la misma,
camino por una senda muy estrecha
siempre con miedo a caer
pues todo lo que me rodea
son negros presagios
abalados por mi más fiel
y más enemiga
jamás conocida.
Mi mente es un batiburrillo
de pensamientos sin raciocinio,
y yo una salteadora de caminos
en busca de un aliento
que me devuelva las ganas
de comerme el mundo
antes que me devore a mí.
Dejo que las lágrimas
broten una vez más,
y esta vez barran mis miedos
hacia el lugar más alejado de mi mente,
allí donde vive mi vesania
gobernando a su antojo
teniendo de aliada
a una muerte burlona.
Interesante y bueno, me llevó a rebuscar más de un sentido.