Te amé desde siempre, como no hacerlo si tu sonrisa de niña enternecía todo mi ser, pero el destino tenía otros planes y nos separó con saña. Como vagabundo caminé por mi vida sin encontrar corazón que me acogiera. Enloquecí, lo admito, loco enamorado con el alma sumergida en una sombría oscuridad, desierto de tu cariño. Hasta que te volví a encontrar, en la plenitud de la madurez, en brazos de tu amado. Te suplique, escondido por las esquinas,¡no me tortures más!, ¿no es suficiente media vida sin respirarte? Te rogué una promesa y esperé pacientemente hasta que se hiciera realidad. Mas era un martirio quererte sin tenerte y hundido en mi delirio, solo encontré cuarenta y siete razones para dejar de sufrir...
El sopor se iba adueñando de mi cuerpo y antes de que olvidara mi existencia, te mandé una última súplica que ablandara mi preciado trofeo, tu corazón. Tus ojos bañados en lagrimas fue lo último que vi, y tu desgarrador grito lo último que escuche. Y te soné jurándome amor eterno, por toda la eternidad, y suplicándome un perdón que ya no me fue posible darte, morfeo me acogió entre sus brazos cuan amante fuera, para dormir eternamente.
Camino del infierno fui, mi pena por esas cuarenta y siete razones que trague una a una hasta el final de mi vida. Por la puerta grande entré con una sonrisa dispuesto acatar mi condena, sabiendo que la tortura que iba a cumplir ya me era familiar.
¡Qué intensidad,Remi!!!¡Qué emocionante leerte!!!!!Me haces entrar de lleno en este momento tan doloroso y desgarrador de mi vida,pero para bien,para emocionarme...y seguir sintiendo....Sin palabras,Remi.