TusTextos

Verdaderos Extraños

Los que pasamos de cierta edad notamos esa rara sensación de sentirnos verdaderos extraños.

La vida diaria entreteje sus hilos a nuestro alrededor y la sensación que queda al terminar la jornada es que nuestra voluntad no ha intervenido en ningún momento.

Vagamos por el mundo, que de un modo extraño y sutil termina por atraparnos y nos hace jugar con sus reglas propias.

La condición inquieta y juguetona que recordamos de nuestra adolescencia, cada tanto se sigue despertando en nuestros pensamientos y nos hace descubrir que aún quedan cosas nuevas que probar.

En la vida, como decía un amigo, pocas veces podemos desplegar las alas de la libertad. Vivimos condicionados de modos diversos, encauzados en el torrencial río de la vorágine cotidiana. Tanto así, que a veces hasta olvidamos que nada ni nadie puede prohibirnos soñar.

Cuántas cosas nos hemos prohibido a nosotros mismos. Se supone que la vida nos prepara para que ser libres, pero en esa búsqueda terminamos enredándonos en una madeja enmarañada de trabajo, obligaciones, deberes y roles sociales que van desdibujando la imagen que tenemos de nuestras propias condiciones.

Cuando jóvenes, el camino aparecía recto e iluminado. Simple y claro. Pero caminando en lo familiar y cotidiano de las metas autoimpuestas, nos alejamos tanto de nuestros orígenes, que el sentimiento del hogar se aleja cada vez más y es reemplazado por la sensación de ser un viajero permanente y ocasional.

Algunos afortunados pueden viajar acompañados, pero para otros, el precio de la vida es tener alguien que te hace sentir cada vez más solo.

A veces, el punto de inflexión es una vuelta atrás del rostro, una mirada hacia el pasado. Un acto postrero y final antes de convertirte en una estatua de sal.

Cuando llegas a ese punto, la vida, sólo a veces, te da chances para una nueva revancha. Pero también puede sellar tu destino en la soledad del bullicio mundano.
Ricardodp20 de febrero de 2013

Más de Ricardodp

Chat