Naufrago en un sentir frío y obsceno,
lejano pero implícito en mis manos.
Navego sin barco ni vela,
en una sequedad que nunca tuvo sed
pero siempre quiso beber.
Camino sin prisa mientras el tiempo
esboza planes en mi piel.
Deshojada, caduca, pero sin fin.
Sin fronteras ni horizontes.
Una piel que siente,
pero no atiende a razones.
Es ahí,
en la espuma de la ola que desvalija la razón,
donde el correr de las agujas logra mi rendición.