Como pude alagar la espera
sin siquiera cuestionar la inconsciente incertidumbre
que con dejo de hábil villana clavaste
no siendo la primera vez que te miraba
aun cuando absorto me tenías
terminaste de apoderarte en aquel momento en que cruzamos miradas.
Más vasto que tu pronunciaras mi nombre al oído
poderosa causa que arrimo atentos mis sentidos
y para fascinación mía tus labios serenos quedaron sujetos a los míos.
Quise cometer delito al querer conquistarte y acabe padeciendo lo justo
con solo probar la miel dulce de tu deseo
yo sumiso y tu diosa de mi.