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Una Historia de Verano. Primer Capítulo


Se precipitó escaleras abajo, un día más llegaba tarde. El llegar tarde es relativo, depende de la hora a la que se quede y lo que nos guste hacernos esperar. Para los alemanes por ejemplo, como mucho hay que hacérseles esperar de cinco a quince minutos, en una situación informal, a veces incluso por cordialidad, cuando se sobrepasa ese tiempo, todo lo que van a soltar de ti son perlas.
El caso es que se mire por donde se mire, cuarenta minutos era llegar tarde, muy tarde. Pero sabía que aun así otros llegarían más tarde. Vamos, para su amiga Sofía cuarenta minutos más tarde de la hora acordada era llegar con mucho tiempo. Su media estaba entre la hora y la hora media después de la hora acordada. Llegó al banquito en el que solían encontrarse. A veces pasaban toda la tarde allí, puesto que estaba al lado de la pequeña tiendecita llena de dulces con los que saciar su apetito adolescente. Saludó a todo el grupo y como siempre se acercó animadamente a abrazar a unos cuantos.
-¿Pero qué es lo que te propones? A este paso alcanzas a Sofía.- Le bromeó Diego entre risas.
-Venga hombre, no seas exagerado, me haría falta otra hora más por lo menos para alcanzar su media, durante los próximos treinta años, claro está- Le siguió la broma Susana- ¿No hay señales de ella?
-Para variar –Suspiró el con un negamiento de cabeza
-Bah, le faltará otra hora para llegar – Rio Susana sin perder el buen humor.
Cuando ya estaban todos reunidos había empezado a anochecer y como es costumbre al anochecer en verano se dirigieron al parquecito que estaba bastante alejado del resto del barrio. Caminar por esas calles en verano era una de las mejores sensaciones que podéis probar en la vida. La temperatura era perfecta. El calor aplastante de todo el día se veía refrescado por la brisa y el viento por la bajada de las temperaturas. Primera parada, la tienda de Pili.
Como todas las noches quién tenía ponía, y quién quería también. Los ingredientes bases son: vino y Coca-Cola. Así obteníamos un rico calimocho veraniego, que no es tontería. Porque hay que saber cuándo beberlo para que no se quede calenturiento y acabes haciendo el ridículo por un pedo a Calimocho, yo sigo pensando que son los peores.
Parecía mentira que después de años con las mismas personas nunca se aburriera uno de ellas. También es cierto que con el tiempo se habían incorporado nuevos miembros a lo que venía siendo el pequeño grupo del barrio. Y cada uno traía una historia y una personalidad digna de conocer. Eran solo unos cuantos adolescentes, con las hormonas revueltas, la cabeza loca, típicas ganas de diversión de verano y calimocho a mano, lo cual no era nada bueno.


Capítulo uno.
El camino hasta el parque no era exageradamente largo, pero el grupo se iba haciendo notar por allí por donde pasaba. Bueno exceptuando cuando se pasaba por casa de alguno, que en esos casos era como si la calle estuviera tan desierta como de costumbre y nadie pasara por allí. Aquella tarde se habían reunido bastantes. Aunque algunos preferían salir por el centro de la ciudad, pues el barrio se les quedaba pequeño.
Nada más llegar, Potro se aventuró a poner música. Era un reto para él, porque todo el grupo tenía los gustos musicales contrarios a él.
-Potro joder, quieres apagar esa mierda de música tío- Exclamaba Diego cabreado cada vez que Potro se atrevía a poner Reggaeton.
Aunque a veces se le toleraba esa música, cuando el grupo estaba de buen humor y a Sofía le apetecía…bueno, bailar. Si se le puede llamar así. Era más como dar vueltas e imitar a esas tías despampanantes que salen en los videoclips moviendo sus traseros como si no hubiera mañana.
-Ya estamos, pondré la música que a mí me dé la gana, tío – Exclamó el con su ronca voz.
-Potro tío que la apagues ya, joder- Exclamaron todos casi al unísono. Potro no tuvo más remedio que bufar y apagarla.
Lo primero era servirse uno mismo según quisiera terminar la noche. A veces mucho y a veces un poco menos que mucho.
Siempre llega ese punto de la noche en la que todo el mundo deambulo borracho y las conversaciones se llenan de un aire alegre, la brisa relaja y las risas ya son lo que más suenan.
Luego llega ese momento de charlas más profundas y filosóficas.
-¿Dónde estaremos de aquí a un año? ¿Dónde te gustaría estar?- Le preguntaba Susana a Diego mientras miraban las estrellas, tirados en el césped del campo de fútbol.
-En cualquier sitio menos en el barrio- Reía Diego. Susana rio con el. Sabía que podían soñar con ellos pero eso no ocurriría aún quedaba tiempo.
Pasada medianoche, el ambiente estaba mucho más tranquilo. Todos mantenían ya charlas absurdas. Menos John, era el típico chico callado, menos para pedir cosas. A veces era un cigarro, a veces era Tuenti.
-Déjame Tuenti, nerro.- Le imploraba a Diego.
-Dios tio que no, que me gastas los megas.
Típicas conversaciones sin sentido, de borrachos, o de cansados.
Éramos un grupo, diferente, con gente de todo tipo. Con sus locuras y sus tonterías. Con sus más y con sus menos. Con sus sonrisas y sus ralladas. Muy críos, muy maduros a veces, pero un grupo al fin y al cabo. Que compartían tardes, que compartían experiencias que quedarían grabadas para siempre.
La vuelta a casa siempre era toda una hazaña. Qué os voy a contar. Por muy santos que seáis no me creo que no hayáis andado borrachos a las tantas de la mañana. Todo lo que ves da vueltas, todo tiene un aspecto diferente. Y la rutina es maravilla ante unos ojos con estrellitas.
-Ver un gato y reírte, te digo yo que esa es la cuestión, reír sin parar por cualquier tontería. Esas son las pequeñas maravillas de la vida. Currar y descansar.- Susana dejaba que las palabras sin sentido salieran de su boca como si hubieran estado mucho tiempo atrapadas, gritando por salir.
-Definitivamente es hora de dormir para ti- Susurraba Diego con una sonrisa, mientras se despedían en el portal de Susana.
Susana subió todo lo sigilosamente que pudo las escaleras y recorrió todo el pasillo hasta adentrarse en su habitación, esa habitación que era su pequeño refugio del mundo.
Por mucho que su madre dijera que era un desastre era el sitio más acogedor que ella conocía. En cada momento, en cada acontecimiento importante de su vida su habitación había tenido un papel.
Si bien llegaba contenta, le bailaba al espejo sus mejores pasos. Si llegaba triste le susurraba a la almohada en sueños sus tormentas. Si venía parlanchina se tiraba en la cama y hablaba hasta las tantas con buenas amigas.
Pero aquella noche solamente llegó cansada, necesitaba dormir, aunque su cabecita intentara darle vueltas a otras cosas que era mejor no pensar.
Amaneció un nuevo día, como todos los demás ella despertaba sola desde muy pequeña. Se preparó el café como cada mañana y se dispuso a salir a la terraza para fumarse un cigarro cuando sonó el teléfono.
-Nos días Sophie- susurro Susana con voz ronca en un esfuerzo - ¿Con qué ocasión recibo tu llamada matutina?- Le bromeó
-¿Café mañanero?
Dicho y hecho, a la media hora ya sonaba el timbre.
-Mira Sus, toda persona necesita una medicina después de una borrachera, y tus cafés son la mejor medicina que conozco
-Ya claro, ¿qué liaste anoche?- Rio Susana, a la espera de los cotilleos matutinos post-borrachera.
Es normal en la adolescencia enamorarse, pillarse, enchocharse o como se le quiera llamar según el grado.
Si estás enamorado es que no puedes sentir nada más fuerte y loco por esa persona. Si estas pillado es que sientes bastante hacia esa persona pero, eh, no nos pasemos que controlo. Si estas enchochado es que se te pira la mirada cuando ves a esa persona, una atracción física, pasajera. Una sensación bonita, sin embargo. Que da ilusión y alegría.
También es común historias tan tormentosas que llegan a lo cómico.
Que se repitan los errores y las historias sin que nos demos cuenta.
Después de varias relaciones, algunas cortas, algunas largas. Algunas bonitas, otras tristes, otras ridículas. He llegado a una conclusión: Las mujeres lo queremos todo, sin peros.
Y cuando no lo tenemos hay problemas.
¿Pero cómo existe la hipocresía de criticarnos por nuestra forma de actuar?
¿Quién no quiere tenerlo todo?
-Mira Sophie, las tías somos exigentes, como para no serlo. Y te voy a decir más, los tíos también lo serían si no fueran tan vagos y precisamente por ser tan holgazanes es por lo que nosotras tenemos que ser más exigentes, que luego se duermen, literalmente- soltó una carcajada y Sophie tampoco pudo aguantarse la risa.
-Qué cerda tía estas fatal, que paranoias, pero llevas algo de razón, es que a veces no aciertan ni una, si no somos tan complicadas, nosotras nos entendemos, tampoco costará tanto que nos entiendan ellos.
-Yo a veces no te entiendo- seguía bromeando Susana- No, ahora en serio, el proceso no es tan complicado como parece. Buscamos un chico: atractivo, gracioso, listo, atento y cariñoso….
-Y la lista sigue, la tenemos más que oída, al grano…- Le reprochó Sophie
-Mira debería ser más sencillo, cuando hay atracción el chico tiene que currárselo, es así y no hay que darle más vueltas. Es la mejor forma de ganarnos y que nadie diga lo contrario porque a todos nos gusta sentirnos importantes. El problema es que a veces nos gana el orgullo tanto de una parte como de otra.
-Susana te lo tengo dicho, te montas historias muy raras
-Ya, pero es tu culpa que le das demasiadas vueltas a las cosas y me haces que se las de yo también y lo peor es que no aprendes de esos fallos.
Sophie es una chica despampanante, dicho en términos claros, ojos verdes, melena morena y cuerpo de modelo. El gran problema es el mismo que el del otro 99% de los adolescentes. Su autoestima y su gran corazón inocente, claro. Sophie asintió con resignación mientras Susana continuaba su regañina cariñosa.
-Pero el verano es lo que tiene- suavizó el tono Susana- Será el calor que nos aturde o el calimocho que mata neuronas…-Suspiró negando en tono bromista.
Pienso que hay dos tipos de personas, las románticas y las no románticas en cuanto a relaciones se habla.
Las románticas son aquellas más tradicionales que siguen buscando esa bonita historia de amor.
Las no románticas pueden amar de la misma forma, pero mucho más apasionada, para ser claros, de forma más cañera.
Pero al fin y al cabo todas las personas necesitamos un poco de ambas cosas, lógicamente, solo que algunas tiramos más a unas cosas y otros tiramos más a otras.

-Todavía ni te he contado lo que me ralla y tu ya sacas tus propias conclusiones-reclamó Sophie en tono de ofensa
-Ni que no tuviera razón chica- espetó Susana sin perder la sonrisa
-Es que no sé…-comenzaba con la mirada perdida- Gigi es mono, es guapillo, pero no me llena.
-Ni te va a llenar, eres muy joven todavía para encontrar el amor de tu vida, ¿no crees?
-Está claro, no quiero algo serio pero tampoco que vaya por ahí con veinte más a la vez. Pero tampoco me quiero sentir yo atada…

-Bueno a veces se jode y a veces se nos jode. Somos aún tan jóvenes, estamos en la edad de cometer errores para aprender y nos asusta cometerlos, que tontería. Que pase lo que tenga que pasar.
Rumbolasvegas02 de junio de 2014

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