Preguntas retóricas inundan a los oprimidos. Preguntas que no pueden salir porque el miedo no lo permite. La melancolía es aplastante y el llanto inevitable. El temblor es el reflejo del pulso que llena las arterias de unos corazones rotos. ¿Por qué este castigo? ¿Por qué no termina nunca?
Rígor mortis aparece y confirma lo obvio; el futuro será mucho peor que el presente. Y este pensamiento crea un bucle que con cada ciclo desgarra la esperanza, ya de por sí casi nula.
Entonces, cuando no queda una brizna de sangre caliente, y el hedor de la podredumbre se desata por doquier, las almas piden clemencia, y el éter universal la concede, no sin antes recordar que, la sensatez, habría evitado la zozobra.
Pensar antes de actuar, cuantas cosas se habr?an cambiado con esas cuatro palabras.
Muy buen texto.