Sonidos de la humedad, gotas que se filtran entre blandas rocas, ráfagas de aire frío que nunca se detienen. Esto es lo que soy, somos una entidad, me nutro del gélido ambiente, nos fusionamos en un único ser. Este mundo tan congelado e inerte me pertenece.
Nadie que entre aquí puede reclamar su vitalidad como propia, porque yo soy el que soy, y me convierto en el único amo de ella. Tengo sed, me muevo con la agilidad del vencejo de las tormentas, mi grito es el trueno que tanto asusta a las almas perdidas.
Oigo tus débiles pasos, siento el miedo que experimentas hacia lo desconocido. Noto el olor de tu sangre, la viveza de tu vida. La quiero porque la amo, la reclamo para mí, porque mía es ahora. Bramo en lo más profundo de las entrañas de este molino de carne. Húmedas paredes retumban mientras te busco ansiosamente. Colmillos de sombra deseosos de beberte. ¡Ven conmigo!
Jadeos, sudor, cansancio, mensajeros son del fin. Me impresiona la vana lucha por tu vida, más juego para mi sediento placer. Retrasa lo inevitable. Busca a tus espaldas. Siénteme. No estoy allí donde crees. Vuelve tu rostro y contémplame. Degusta el sabor de la locura. Mis ojos te paralizan. Mis incisivos arden. Observa aterrado mi boca. Sé testigo del siseo de mi garganta. Siente cómo mi ácida saliva arde en tu piel. Mío eres, y para mí serás.
Grises eran mis labios
rojos ya son.
Rejuvenezco violentamente
resurge mi huido calor.
Grandes espasmos me inundan,
erección en mi interior.
Sabrosa es tu vida
que ahora me llevo yo.