(Hoy jugaré con mi Diosa
al delicioso Juego de las Privaciones:
Apenas mi mirar retoza
sobre sus canales, bosques y colinas
Suspensa bajo la cúpula del mundo,
entregada a mi merced,
nada le puede tocar:
apenas la fuente dulce que nace de mis ojos)
−Permanece tranquila, amor
tus elementos hoy no te servirán de nada
no en esta noche
−Mira la Tierra, por ejemplo,
allá abajo, ¡tan lejos!
No sentirás su toque familiar,
No podrás murmurarle:
“Tierra, sujeta mi cuerpo, no lo dejes caer…
…hacia tu centro (el centro de la Tierra)…
…antes, déjame sentir la hierba dulce fragante…
…tu caricia suave y fresca en mis pies…”
No, Diosa, esta noche no, no insistas
−Olvídate del Fuego, también
(lo remojé bien y no está de humor)
Esta noche no podrás gobernarlo como siempre:
“Fuego, traerás calor a mi piel…
…agasajarás mis pies fríos, y frotarás mi espalda…
…crearás la centella que devolverá…
…la caricia perdida a mi pecho…
…¡Calienta mi cuerpo, Fuego amigo…
…y anida en mi vientre para siempre…!”
No, tu cuerpo no encontrará
ese roce tibio esta noche
Tendrás que esperar
reina mía
−Seguro que ya te lo imaginas:
Temo que el Agua tampoco sea una opción
No podrás distinguir lo húmedo de lo seco
no beberás, como siempre, de mi boca
ni sentirás ese reguero profundo
que este rocío juguetón escava entre tus pechos
−¿Y el Aire? Tal vez hayas pensado:
“¡Estoy segura que él sí… una brisa me tocará!”
Pero… no hay viento esta noche…
Recuerda, amor mío:
nada para moverte,
nada para acariciarte con mano inmaterial
nada para peinar el flexible junco
de tu cuerpo
No
Es mejor que te habitúes a la idea,
oh diosa de todos mis deseos:
nada te tocará esta noche, amor,
sino mi mirada.
