«Supe de niño
gracias a mi abuelo
que los números
podían ofrecer esos modelos
que explicaran por dónde
atravesar mejor una corriente
o que la luz se comportaba
de manera distinta
cuando la observamos
que cuando nadie
por ella se interesa
y que Dios jamás jugó
a los dados con los genes
sino que nos dejó a nosotros
para que nos
preguntáramos
el milagro del carbono
o cómo Dante pudo
imaginar con tanta precisión
en cien cantos
de que materia están hechos
los distintos caminos
hacia el Cielo.

…y el por qué no hay
dos besos iguales
y hay uno que jamás olvidas.

Así pude comprender
que el cero
nos explica
la soledad del infinito ser
que viaja siempre
muy pegado a la piel
de los adentros
cuando te enamoras».

Carlos.

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos