TusTextos

La Llamo a Través Del Cielo.

En ella encontré mi vida entera, quién sabe cuanto tiempo llevaría allí guardada, adherida a su piel, perdida en sus ojos, acariciando sus manos y besando sus mejillas. Busqué todo lo que provocaba en mí ese vacío, y estaba en ella, escondía mi paciencia y mis verdades. Ahora ya no sé que hacer, su pérdida es un lastre demasiado pesado para llevar a cuestas.
Me pregunto por qué se fue, que pude hacer mal, algo que malinterpretar, y puedo jurar que busco recordar los malos momentos que pasé a su lado, pero es entonces cuando se me vienen encima todos los buenos, y no sé como olvidarlos, solo quiero salir de esta espiral, de arrepentimiento y dolor. Recuerdo su boca a escasos centímetros, la recuerdo sin distancia, el frío de su piel, el primer beso, y aquellos que le regalé en su portal, besando su sonrisa una y otra vez... Recuerdo las tardes de verano, cuando el sol ardía en nuestra piel, los abrazos fuertes, recuerdo cuando apoyaba su mandíbula en mi hombro y sonreía; recuerdo las llamadas antes de que se acostara, en esos primeros días del mes de Julio, con promesas que dejamos por cumplir, como los besos que ya nunca le voy a dar. No tiene ni idea de lo que es sentir que tu alrededor se parte en dos, que te rompes despacito por dentro y que nadie estará ahí para salvarte. Recuerdo la noche del concierto de Alice Cooper, su sonrisa eclipsaba la emoción de aquel concierto, me nublaban la vista los recuerdos de la tarde anterior, fumando en mi portal, compartiendo una y otra vez el aliento, fumando detrás de la Catedral, admirando lo precioso del momento, sus ojos húmedos al hablarme de su historia, y de pronto todo se rompe, y se aleja sin decirme nada, y la parte más inmensa de mi se va con ella.
Por último, me recuerdo en su portal, atrapándola rápido, intentando que me escuche, por primera vez en mi vida, digo te quiero, esa palabra de la cual alardeábamos sobre que era inmensa, que no la diríamos en mucho tiempo, nunca, tal vez. Y como una imbécil empapo mis pupilas, le pido un abrazo y escucho un gélido no, como única respuesta. Ella sonríe y yo me muero, se ríe y ya he dejado de existir, me llenó la vida y cuando se largó la dejó más deshecha que antes. Solo le pido a alguien que nunca he visto que me la devuelva, que me deje salir de esta sombra. ¿Hace cuánto que no sale el sol en esta cueva?
Scars20 de marzo de 2011

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