Generalmente cuanto el remordimiento nos invade y ya no encontramos mas opciones de respuesta, iniciamos con un “jamás” o un “perdón”
Ayer fui por un libro, lo último que tenía “aquel” de mis objetos personales. El encargado del lugar me lo entrego y al dirigirme a mi auto, abrí mi preciado libro y encontré un mensaje que decía “jamás quise hacerte daño”. De pronto la ira me invadió y estuve a punto de regresar y decirle al señor “dígale que sólo venía por mi libro y no por recaditos!”…pero, ¿para que hacer más escándalo?
Llegue a mi casa en 30 minutos, la tercera parte del tiempo que tarde en llegar a aquel lugar. Me di un baño y dormí como hace meses no lo hacía. Tranquila e imperturbable, llena de cariños de mi primer amor.
Lo único que puedo decir respecto al “jamás” es que “jamás hiciste algo por remediar o enmendar el daño hecho. Jamás fuiste capaz de ver más allá de tus mundo egocentrista y ponerte en mi lugar para saber que además del dolor de mujer por haber perdido a un supuesto amor, me dolía el vientre y el alma de haber perdido a un hijo. Jamás te tomaste la molestia de mirarme de frente y decirme las cosas, tuve que ser yo la que buscó las respuestas…”
Creo que ahora puedo mostrarte otro significado de la palabra “jamás”, además de decirte que “para siempre” tendrás la limitante de un “nunca mas”.

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