TusTextos

Los ángeles No Pueden Amar a Los Demonios

Cuándo Eva se dio cuenta de lo que estaba pasando, echó a correr rápidamente hacia la puerta principal de la gigantesca construcción de ladrillo de marfil y éter cristalizado.
Había luchado contra casi la mitad del ejército demoníaco a las puertas del Paraíso, liderando al ejército de los cielos, sintiendo en todo momento que algo no estaba en su sitio. En cuánto reparó en la falta de alguien muy concreto en las murallas defendiendo el lugar lo comprendió.

- Adán, ¿qué demonios estás haciendo?- murmuró entre dientes mientras pasaba junto a dos archidemonios, cortándolos con su espada celestial por la mitad sin esfuerzo alguno.

Sin molestarse siquiera en abrir las puertas del lugar, la chica usó el Salto de Ángel para tomar forma incorpórea y atravesar el fino pero resistente material del que estaban hechas las puertas del castillo de Gabriel, el arcángel supremo… aquel al que todos llamaban Dios.
Dentro de la fortaleza no había nadie. Los defensores habían salido todos a luchar contra la miríada de diablos y entes demoníacos que estaban atacando el lugar incesantemente, y, por suerte, ninguno de ellos había irrumpido en el lugar aún.
Cuándo por fin la muchacha llegó al Gran Trono, encontró un panorama desolador.
Gabriel yacía sobre un charco de su propia sangre y los últimos estertores de vida se escapaban rápidamente de su cuerpo divino, mortalmente herido.
Y allí estaba él. De pie frente a ella, al lado de Dios. El que una vez fuera Guardián del Averno, el Cancerbero, el Redentor de las Simas y guardaespaldas suyo. Su amor por él había sido tan grande que no había detectado sus intenciones a tiempo. Ahora ya era tarde.

- Eva- susurró el chico en tono quedo, mientras empuñaba su espada, negra cómo el más negro abismo- parece que por fin te has dado cuenta de todo, ¿no?
- ¿Por qué?- gimió la muchacha con los ojos llenos de lágrimas, mientras se le encogía el corazón ante la terrible revelación de que su amado era el asesino de dioses que habían estado buscando todo éste tiempo- ¿por qué tenías que ser tú?
- Porque nadie más quería ni podía hacerlo- contestó de nuevo el otro- y esto… esto debe hacerse sin demora alguna. Las criaturas vivientes han sufrido ya demasiado en manos de éstos peleles asustadizos, y yo pienso ponerle fin a eso.
- Si haces eso- contestó la chica mientras hacía un esfuerzo por dejar de llorar y sobreponerse- sólo lograrás que todo deje de existir… ¿no te das cuenta…?
- Lo sé- interrumpió Adán mirando a Eva directa y fríamente a los ojos- sé qué es exactamente lo que ocurrirá cuando acabe mi tarea. Los Cielos y Los Infiernos se contraerán y luego, súbitamente, se expandirán… destruyendo toda la existencia por completo… sin excepción.
- No puedo creer lo que oigo- dijo la muchacha mientras contenía un temblor de puro miedo- no quiero creerlo. Tú has logrado que todos los ángeles y demonios estuvieran unidos, que luchasen contra el Miedo juntos… y le derrotasen… ¿por qué haces esto entonces? ¿por qué les vuelves unos contra otros de nuevo?
- No podrías entenderlo. Yo…- comenzó a decir el chico mientras sus manos temblaban- yo le comprendo. Luchamos contra el Miedo porque él había atacado a nuestros seres queridos y había provocado el caos absoluto en nuestro mundo, pero cuando le maté… algo de su ser pasó a mí… me hizo ver… me hizo entender tantas cosas que no había comprendido que… decidí que tenía razón.
- ¿Razón?- dijo ella de nuevo- ¿en qué? ¿en asesinar a todos nuestros familiares y amigos? ¿en destruir la civilización humana sin diferenciar entre hombres, mujeres ó niños? ¿en matar a Dios?
- No lo entiendes, Eva. Para ti no es más que un espíritu malvado que, consumido por el odio, ha llevado a cabo actos irracionales y malignos… pero la realidad es otra… él tiene razón.

En la sala, los reflejos verdes y marfil de los cristales luminosos que hacían las veces de luces comenzaron a parpadear frágilmente, como si fueran a romperse, indicando que el fin estaba cerca. Eva miró al hombre que, días antes, había ocupado el lugar más importante en su vida. Ahora no estaba segura de qué pensar sobre él. Siempre había confiado en sus consejos, por descabellados que parecieran, y nunca la había defraudado pero… ¿destruir el universo así de repente? No estaba preparada para tomar ésa decisión y siempre cabía la posibilidad de que Adán estuviese siendo controlado por el Miedo, cómo antes muchos otros seres más poderosos que él lo habían estado.

- Adán, yo… no sé qué creer…- comenzó a decir ella.
- No hace falta que creas nada, niña- contestó él rápidamente, haciendo un gesto con desdén- simplemente apártate y no tendré que hacerlo yo.
- ¿Serías capaz?- se indignó la muchacha- ¿tan lejos llegarías por satisfacer las ansias de venganza de un espíritu iracundo?
- Haría cualquier cosa por que se haga justicia- le contestó tajantemente el otro- incluso me acosté contigo para hacerte creer que te quería, ya ves.
- Entonces… entonces creo que todo está claro ya, ¿verdad?- gimió ella, desconsolada- debemos enfrentarnos aquí y ahora.
- Lo has pillado rápido. Debemos luchar a muerte, pequeña. Si te mato ahora, tendré la vía libre para poder llegar hasta el trono del Destino, y, una vez acabe con él, todo comenzará a desmoronarse.
- No puedo permitir eso, Adán… lo siento.
- No lo sientas- dijo él, y, por un momento, a ella le pareció ver que la frialdad y el odio desaparecían de sus preciosos y profundos ojos- es nuestro Sino.

Tan rápidamente como estas palabras fueron pronunciadas, una ráfaga de rojo viento demoníaco hizo al muchacho desaparecer de dónde se encontraba y aparecer justo detrás de la chica, con la espada alzada. Ella, aunque no era tan diestra en el combate cómo él, paró el tajo que descendía hacia su cuello y, girando sobre sí misma con una agilidad asombrosa, atacó al otro a la altura del estómago. Él, por su parte, flexionó las piernas un poco y evitó el ataque con precisión milimétrica, para luego saltar hacia atrás y quedar a escasos metros de su oponente. Inmediatamente la muchacha se lanzó de nuevo al ataque, sin dejar tiempo posible para la reacción y arrojó varias ráfagas de polvo celestial hacia la cara del otro. Éste, viendo que la chica iba en serio, volvió a desaparecer y, en cuánto reapareció, a la derecha de ella, esparció por el aire una gran lluvia de cuchilladas, a una velocidad de vértigo.
La mayoría de las estocadas fueron detenidas por la espada celestial de Eva, pero unas pocas restantes penetraron el fino y blanco vestido de seda que la chica vestía, y mordieron la carne de sus brazos, provocando quemaduras muy dolorosas allá dónde tocó la maldita hoja del averno. Pero eso no hizo a la chica retroceder lo más mínimo. En un segundo reaccionó e ignorando el dolor producido por las quemaduras, atacó con furia, intentando ver a Adán cómo un ser despreciable que merecía la muerte… cosa que no consiguió.
Los ataques de la muchacha no eran decididos del todo, pero no por ello dejaban de ser unos ataques letales para cualquier criatura viviente. El chico paró varios tajos dirigidos a sus brazos y piernas, con intención de lisiarlo, más que de matarlo y luego, en una demostración de increíble control con el arma, trabó la hoja de la chica con la suya propia y las mantuvo así, mientras los dos hacían fuerza, el uno para mantener y la otra para deshacer la traba.

- Así no vas a conseguir gran cosa, pequeña- dijo él, con tono burlón.
- No quiero hacerte daño, Adán ¿por qué haces esto? Tiene que haber una de ésas locas razones tuyas, ¿verdad?- gimoteó ella, al borde del colapso emocional- dime que es así, por favor.
- La hay- contestó él- pero es la que ya te he contado, Eva. No hay nada más… ésta vez no.

Repentinamente, el muchacho deshizo la traba y empujó al mismo tiempo de forma que la chica retrocedió varios pasos, tambaleándose por la sorpresa. Él había combatido demonios verdaderamente poderosos, había matado a los Señores Elementales y enfrentado al propio Miedo en su mismo terreno… ella no. La diferencia de habilidad era pasmosa.
Con una finta, se colocó junto a ella y le asestó un potente golpe con la rodilla en su frágil estómago, para luego golpearla con el codo derecho en la cara, lanzándola unos metros atrás, dónde aterrizó de espaldas y escupiendo sangre.
La batalla estaba favoreciéndole de momento, pero Adán era consciente de que en muy poco tiempo ella liberaría todo su poder celestial, que era muchísimo más que el del propio Gabriel, y él tendría que liberar todo su poder infernal, que, a su vez, era muchísimo más que el del difunto Lucifer, al cual asesinó antes de venir hacia aquí. La victoria no sería tan fácil cómo parecía.
Eva se levantó lentamente mientras que, con la mano izquierda, se limpiaba la sangre que no paraba de brotar de su labio partido. Entonces él lo notó… su mirada había cambiado. Parecía que empezaba a convencerse de sus verdaderas intenciones y, casi juraría, que empezaba a verle cómo un verdadero enemigo.

- No te perdonaré jamás lo que estás haciendo- murmuró ella reteniendo un quejido de dolor por el golpe recibido- pagarás por toda la gente que has hecho sufrir. ¡Pagarás por lo que me has hecho sufrir a mí!
- Vaya, vaya- contestó él, burlándose de nuevo- la gatita va a enseñar los colmillos. Ya era hora, me estaba aburriendo demasiado.
- No quería tener que hacerte esto, pero… no me dejas opción.

Poco a poco, alrededor de la muchacha se fue creando un halo vaporoso de color celeste muy pálido, casi invisible. El chico entendió que ella estaba liberando su espíritu angelical para potenciar su poder. Inmediatamente él hizo lo propio, pero su halo apareció color rojo sangre. A partir de ahora, si se despistaba un solo segundo podría estar muerto antes de darse cuenta siquiera, tal era el poder de la liberación espiritual… y eso no podía permitírselo. No ahora que estaba tan cerca del verdadero final.
Con el aura espiritual liberada al máximo y las espadas envueltas en un potente halo de energía celestial e infernal, los dos muchachos se miraron a los ojos. Ella sentía que aún le amaba, por mucho que hubiera cambiado y por muchas cosas terribles que hubiera hecho y, en el fondo, también comprendía cómo él la que la única forma de salvar el universo era destruyéndolo, pero… no podía hacerlo. No podía destruir aquellas cosas que amaba para salvar lo demás… era superior a sus propias fuerzas.

- Entonces… es el fin, ¿verdad?- preguntó ella, mientras miles de lágrimas se derramaban de sus preciosos ojos- no hay vuelta atrás, ¿cierto?
- Cierto- contestó él, sin inmutarse siquiera, mientras adoptaba una pose de combate relajada- es el fin. Éste golpe será el último. Tú o yo, Eva.
- ¿Por qué no pudo ser de otra manera, Adán?- gimió ella de nuevo, en un intento desesperado por devolver la cordura a su amado- ¿por qué no podemos vivir aquella vida tranquila y serena que planeamos? ¿por qué me obligas a tener que matarte?
- Porque… es nuestro Sino.

A la vez, casi imperceptiblemente, los dos se movieron. Con las espadas prestas se dirigieron el uno hacia el otro. Las emociones se entrelazaron de forma tan violenta en el corazón de la muchacha que casi se le sale del pecho, pero al final, cuándo el momento del choque llegaba, tuvo el valor suficiente para aceptar que no había remedio, y atacó con todas sus fuerzas.
Hubo una explosión y luego, todo fue silencio… y una intensa nube de chispas espirituales, fruto del choque de las energías celestial e infernal.
Cuándo la nube de chispas se dispersó, los dos combatientes estaba de espaldas el uno al otro, en el lugar dónde frenaron la carrera, a unos cinco metros de distancia del lugar del encontronazo, pero ambos se mantenían en pie.

- ¿Por qué…?- lloró ella, mientras temblaba de miedo y se le hacía un nudo en el corazón- ¿por qué ni siquiera… has intentado golpearme?
- Porque eres lo único en el universo a lo que no podría hacerle daño jamás en mi vida- contestó él pasados unos segundos mientras el enorme tajo que tenía en el pecho se abría cada vez más.

Al momento las fuerzas le abandonaron y cayó cuan largo era sobre el frío suelo de mármol. La muchacha, ignorando todo lo ocurrido hasta ése preciso momento, corrió hacia él, dejando caer su arma al suelo sin preocuparse lo más mínimo por ella.

- ¿Por qué ha tenido que ser así, Adán?- sollozó ella, acuclillándose y pasando su brazo derecho por detrás del cuello del chico, levantándole un poco la cabeza- ¿por qué no me has dicho qué te propones?
- Porque no podía- murmuró él, casi imperceptiblemente. Tanto que ella tuvo que acercar su oído a los labios de él para poder oír lo que decía- porque si lo hubiera hecho antes, Él lo hubiera escuchado. Eva, todo lo que dije era mentira. Nunca podría hacerte daño… eres… eres lo que más aprecio en el Universo. Para mí sería imposible herirte, niña.
- Entonces ¿qué pretendes con todo esto? ¿por qué no has podido decirme nada hasta que ha sido tarde?
- Porque no se puede entrar a la Cámara del Destino- volvió a murmurar, con dificultad, el muchacho a oídos de la chica- es Él el que tiene que salir por voluntad propia. Y hasta que uno de nosotros no hubiera caído no iba a salir… es… es demasiado cobarde…
- No lo entiendo…- sollozó ella de nuevo- si lo que querías era matarlo a Él, ¿por qué no fingiste morir en vez de quedar herido de muerte de verdad?
- No es tonto, pequeña… pero sí ruin y egoísta. El Universo está cimentado sobre los deseos de una criatura egoísta y malvada, cobarde y malsana… que debe ser destruida.
- Pero… si le destruimos… muchos sufrirán… ¿no entiendes eso?
- No. Ya sufren ahora. Piénsalo. Drogas, enfermedades, vicio, violencia, y un largo etcétera. La gente no es feliz… sólo, se han acostumbrado… las cosas podrían ser mucho mejor si Él no…

De pronto, un enorme rayo de color violeta irrumpió en escena, alcanzando al moribundo chico y destruyendo la última pizca de existencia que quedaba en sus cansados huesos. La chica, asombrada por la rapidez del suceso y el impacto emocional, retrocedió unos pasos, con la cara desencajada de horror.
De pie, junto a una gran brecha dimensional abierta en la pared del fondo de la estancia, un hombre de avanzada edad vestido de túnica sonreía maliciosamente. En el momento en que los ojos de Eva se posaron sobre Él supo que se trataba del Destino.

- Bien, bien- dijo el hombre mientras daba unos pasos hacia el cadáver del muchacho- así que por fin el muy bastardo ha encontrado ésa muerte horrible que estaba pidiendo a gritos... la verdad es que se la tiene bien merecida.

La muchacha tembló de nuevo. Ante ella se hallaba el Creador y Artífice de todas las cosas. Aquel al que nunca hubiera creído posible ver jamás, por lo lejano de sus posiciones. Sus ojos miraron fijamente a los del Destino… pero no vio ninguna de las cosas que esperaba ver. No había Amor… no había Compasión… ni Perdón…
Confundida, la chica se sintió mareada, y unas energías extrañas recorrieron su cuerpo de arriba abajo.

- La verdad es que no ha estado mal- continuó el Hacedor mirando a Eva con satisfacción- sinceramente, no esperaba que éste cuerpo tan menudo pudiera albergar tal cantidad de poder… incluso has vencido a éste saco de basura… increíble, en serio.
- No le llames así…- murmuró la chica, con los dientes apretados.
- ¿Qué? ¿podrías hablar más claro, por favor? No se te oye nada, chiquilla.
- ¡He dicho que no le llames así!

El grito de la chica fue acompañado de unas ondas de energía celestial que emanaron de su cuerpo. Unas ondas tan potentes que el mismísimo Creador tuvo que apartarse unos metros para no ser golpeado por la fuerza del impacto. Las paredes del lugar se agrietaron y los cristales luminosos, ahora casi apagados, se rompieron, provocando una lluvia de finísimo fragmentos sobre todo el suelo.

- Eh, tranquila- volvió a hablar de nuevo el Destino- no merece la pena que te pongas así por éste tipo, en serio. Estaba loco de atar. El pobre creía que había encontrado la forma de matarme a mí, el Hacedor de todas las cosas.
- ¿No estaba en lo cierto?- preguntó Eva mirando al otro a los ojos fríamente.
- Lo peor de todo es que sí que estaba en lo cierto- contestó él, sonriendo- pero ya no hay ninguna posibilidad de que eso ocurra, porque él ha muerto definitivamente. Para que lo entiendas claro, él pretendía que yo saliera a aprovechar la situación y entonces robarte el poder y usarlo en contra mía… qué iluso… creería que soy tonto o algo así.
- Ahora lo entiendo todo- lloró ella- sólo se te puede destruir usando energía Celestial e Infernal al mismo tiempo…
- Cierto- sonrió de nuevo Él mirando el trasero y los pechos de la chica- pero ya eso no es posible, así que ¿qué tal si lo dejamos y te vienes conmigo a mi palacio? Podríamos hacer de éste mundo un lugar de paz y amor. Además tengo un catre fenomenal… ¿qué me dices?
- Él lo sabía todo…- volvió a murmurar ella, ensimismada- sabía que sólo saldrías cuándo uno de nosotros hubiera muerto, y que se necesitaban las dos energías para poder derrotarte.
- Bueno, sí, pero cómo te he dicho antes, ya es un poco tarde para eso, ¿no crees?
- Por eso, en vez de atacarme, se dejó golpear… para que su poder pasara a mí a través de mi espada…
- ¿Qué?- murmuró el Hacedor, poniéndose blanco- ¿qué has dicho?

De repente, el portal que el Destino crease para poder entrar y salir del lugar se quebró. Un ruido intenso, cómo de un zumbido lejano, comenzó a inundar la sala.

- Espera, ¿me estás diciendo que posees los dos poderes?
- Exacto- contestó la muchacha mientras alrededor de ella se comenzaba a formar un halo mitad celeste, mitad rojo sangre- él lo sabía todo. Sabía que una vez salieras, yo sabría qué hacer con el poder que me pasó… y sin duda alguna lo sé…
- No, no, no…- tartamudeó Él- espera, espera, muchacha, no cometas una imprudencia… sabes lo que pasará si haces eso, ¿verdad?
- Claro que lo sé- dijo ella, furiosa- el Universo y la Existencia serán destruidos y eso pondrá fin a tu inmerecido reinado.
- ¡Estás loca!- contestó el Destino de nuevo, mientras lanzaba una gran descarga de energía hacia la chica, concentrando todo su poder.
- No puedes hacer nada- dijo ella, desviando la energía con un simple pensamiento- las energías Celestial e Infernal eran la llave para eliminarte. Ahora lo sé. La suerte está echada, Hacedor.
- ¡Estás cometiendo un grave error! ¡No puedes hacer esto! ¡Te ordeno que te detengas!

Haciendo caso omiso de la amenaza, Eva acumuló toda la energía que fue capaz. En su mente resonaban las últimas palabras del hombre que más había amado en el mundo, cómo un martillo que le golpease en la cabeza repetidamente diciéndole lo idiota que había sido al no tener fe en el hombre que sabía dispuesto a todo con tal de protegerla.
El Destino, haciendo gala de una cobardía sin igual, conjuró miles de portales por los cuales todos los diablos y ángeles existentes comenzaron a salir, controlados mentalmente por Él. En el último instante, incluso le pareció ver a los ya difuntos Gabriel y Lucifer levantarse de entre los muertos para defender su causa.

- Me das asco- murmuró la muchacha, mientras liberaba la energía acumulada, provocando una explosión de proporciones épicas.

Luego, todo fue silencio…

En una Utopía silvestre, Adán despertó de su letargo. Todo se había vuelto soleado, lleno de color y árboles. Al levantarse del suelo en el cual se encontraba recostado, se dio cuenta de que se hallaba completamente desnudo. En un momento, una sensación extraña le invadió y, poco a poco, se fue percatando de que casi había olvidado ésa sensación, dado el tiempo que había permanecido en el Infierno después de la muerte. Ésa sensación era la vida.

- Parece que te has despertado- oyó que decía una voz conocida a sus espaldas- me dio la impresión de que no ibas a hacerlo nunca.

Al girarse, el muchacho vio que se trataba de Eva. La chica, desnuda al igual que él, radiaba belleza, como cuándo la conoció antes de que muriesen hacía tanto tiempo.

- Eva…- murmuró él- no sabes cuánto siento todo lo que ha pasado.
- Sí que lo sé- dijo ella acercándose a él- lo sé y también sé porque hiciste todo… y te lo agradezco muchísimo.
- Eras tú o yo… y, francamente, no tengo corazón para hacerte daño… yo… supongo que soy muy débil…
- No, eres el hombre más maravilloso del Universo- contestó ella mientras se arrojaba en brazos de él y le besaba con pasión en los labios.

Lejos, en el horizonte, el sol comenzaba a ponerse y gran cantidad de animalillos nocturnos empezaban su actividad. Un destello fugaz cruzó el cielo mientras un gran pájaro de fuego de colores vivos y hermosos acompañaba al haz de luz, cómo compitiendo por ver quién llegaba más rápido al comienzo del nuevo día.
En tierra, en un gran castillo de roca pulida y cristales luminosos puros rematado por una cúpula de sal cristalizada, los dos muchachos comenzaron a recrear la especie humana desde su origen, paso por paso…

¿Fin?
Shadowofalonelyman03 de octubre de 2011

2 Comentarios

  • Norah

    , los dos muchachos comenzaron a recrear la especie humana desde su origen, paso por pasoÂ…

    ¿Fin? ...para nada es ...un reconocer no?

    10/10/11 07:10

  • Norah

    Oops, tienes los mismos ojos...

    10/10/11 07:10

Más de Shadowofalonelyman

Chat