No puedo fingir que no me lo dijeron. No puedo negar que estaba equivocada. Todos hemos oído proverbios, escuchado a los filósofos, a nuestras abuelas advirtiéndonos sobre el tiempo perdido. Hemos escuchado a esos poetas malditos, empujándonos a vivir el momento. Pero, a veces, debemos escucharnos a nosotros mismos.
Desde hoy, voy a dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana,
hasta que no pueda más. Hasta que pase página, hasta que comprenda que,
prefiero no saber que preguntarme día a día.
Y que fracasar, o cometer un gran error, es mucho mejor que no haberlo intentado. Ya no vale la pena.