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Horizonte y Asfalto

Aquella noche pasee a ciegas por la enorme cárcer de asfalto y edificios que se alzaba ante mi.
La luz artificial de las farolas cegaba mis pensamientos y no los dejaba fluir; gracias, preferia no pensar por una vez. Sin rumbo me deje guiar por mis pies, tan cansados que no podian sentir dolor... lo unico que era capaz de percibir era la lluvia caer sobre mi, que me empapaba hasta la ropa interior, y la inevitable e indescriptible fuerza que me incitaba a seguir caminando...
No quedaba un resquicio de vida en mí aquella noche, no quedaba un resquicio de vida en nadie. Todo estaba muerto; todo olia a rutina, ignorancia, gasolina y humedad. La puta luz de las farolas no me dejaba divisar la luna, la unica con la que podia desahogarme. Y decidí rendirme.Tumbada en el suelo el asfalto no resultaba un colchon muy agradable pero me daba igual, al fin y al cabo no podia sentirlo y no me importaba, a quien le importaba...? Me quede allí, inerte, reposando en aquella oscura superficie de grava, flotando en ella como en un interminable rio negro en el que parecia estar ahogandome, del que crei no volver a salir jamás. Petrificada seguia tumbada sintiendo las pequeñas piedrecitas, antes agradables, como agujas clavandose en mi piel. Rozaba la superficie rugosa del pavimento, casi encharcado por la lluvia, con la llema de mis dedos y el olor de la humedad de la calle se introducia con suavidad por mi nariz, ¿estaba viva? ¿estaba alli?
Veia pajaros atravesar el oscuro cielo, la luz de las farolas parpadear cual estrellas y un gato cruzar la calle pisando aposta los enormes charcos producidos por la tormenta. El mundo parecia reirse de mi y yo me reia de todo lo demás. Siempre me gustaron las ironias y la mayor de ellas era Yo, presenciando la mas grande de mi vida el dia en que no era capaz de apreciarla... eso tenia gracia pero no era capaz de llegar a sonreir, mis musculos estaban paralizados y la cabeza me daba vueltas...
Pasaron horas, quizá dias y unas calidas manos se deslizaron bajo mi espalda y despegaron mi cuerpo del frio asfalto con el que crei fundirme hacia tiempo. Mi cabeza callo de forma brusca sobre su pecho y cerré los ojos casi por instinto. Lo último que pude recordar fue el agradable vaiven del caminar de la persona que me llevaba en brazos y la fuerte respiracion rebotar sobre mi oido... segundos despues me quede profundamente dormida.
Sigrid28 de julio de 2009

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