La Felicidad es un Camino
La felicidad no es un fin sino un camino a seguir dispuesto a asumir todo lo que conlleva una aventura de gran calibre. El ejemplo mas claro para mí es el universo del santo grial, ¿quién puede buscarlo? ¿Qué pasa si lo encuentras? ¿Y si no es así? Lo importante es comenzar y andar el camino que te lleve a ella. Viéndola como un fin y disfrutándola como un presente en el que pisarás hierba, arena, te zambullirás en aguas, saltarás piedras, rodearás rocas y siempre tendrás al fondo ese horizonte que, algún día o quizá nunca, se convertirá en camino hacia otro horizonte. Si vives el hoy, no importa que no haya un mañana.
Un ejemplo histórico es el de los Cátaros. Cuentan los historiadores que solo los hombres buenos pueden realizar la búsqueda del Santo Grial, pues desde la pureza se puede hallar el camino a seguir.
Nueve caballeros de origen Cátaro reunidos en 1118 en Jerusalén, resuelven formar la Orden del Templo de Salomón, inspirados a su ver por Bernardo de Claraval, también de origen cátaros. Los buenos hombres renacen como el Fénix de sus cenizas, se adaptan a la realidad de la época y deciden combatir el mal desde dentro, y nuevamente las ideas gnósticas de los cataros vuelven a ver la luz como el Ave Fénix resurgiendo de las cenizas.
Mientras disfrutaron de la libertad de combatir el mal con buenas intenciones fueron felices, y eso hacía que aun sabiendo que eran pocos y acabarían quemados, todo merecía la pena, pues custodiaban lo más importante para ellos: El Santo Grial. Este elemento es básico para entender su experiencia y renacimiento. Solo un corazón puro podía hallarse en la búsqueda de la felicidad, es decir, en la búsqueda del Santo Grial. La sangre de Cristo que contenía esta copa era la base mágica sobre la que se asentaba este grupo de hombres. Quizá su fe le convirtiera en (paradojas de la vida) enemigos de la Iglesia por radicales. Mientras los católicos se enzarzaban en batallas y llenaban el mapa de la Edad Media de sangre, ellos eran felices en su camino.