Llego el fin de toda la Azaña. Ha finalizado el drama. Ha decaído la golondrina y los arboles se secan.
Ha finalizado el gran disturbio que se abate por sombras de melancolía y sufrimiento.
Ha terminado la batalla entre la soledad y la vaga idea de superación; no se deja ver más la lluvia en el cielo, ni el rocío en los brotes de los pastizales.
Ciertamente el Hombre espera ver gloria cuando su trabajo ha sido fatigado.
Desea escuchar aplausos y gritos por doquier que clamen a gran voz su nombre y deje elevar su ego al cielo.
Las lagrimas del águila escasean al rose sutil del viento, dando libertad a la construcción de castillos de ilusión en los parpados húmedos de su declinante mirada.
Mirad que bueno es elevar una sonrisa y un gesto de gratitud a quien no tiene nada que dar; sabiendo que con eso ganará lo suficiente para vivir una vida cómoda.
Si acaso me preguntas cuan feliz he sido y cuan orgulloso me siento de vivir, pudiera responderte dejando atrás mi titubeo que no he logrado nada que me haga poseer el cetro de la felicidad y la plenitud completa.
La vida es afanada, mas cuando cae en las manos de quien no la valora únicamente es un símbolo que no importa.
El que ha perdido su libertad, anhela con ansias ver el cielo brillar con estrellas di fulgentes que marquen la partida de otro día de sufrimiento.
Más quien posee libertad, precipitadamente desea volver a iniciar otro día no aun dándole fin al que vive.
