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Amor, Amor-ir, a Morir.

Estuvimos de visita varias veces en aquel lugar, era tan pacífico, tan vacío y lleno de todo a la vez, que creo que sólo debido a él nunca desearé olvidar completamente.
Los bosques sin duda eran mi sitio favorito para compartir mis secretos con él. Parecía que los árboles se hacían parte de cada abrazo, de cada beso. Y que con su sabiduría completaban el círculo que creábamos entre él y yo.
Hubiesen presenciado aquellos atardeceres... El sol parecía rociar con delicadeza lo último de su calor, en tonalidades ocre, sobre las copas de los árboles y darle un brillo con vida a la parte del mar que se alcanzaba a apreciar. Con nuestros ojos precisamente a la altura para ver dicho espectáculo, intercambiábamos una palabra de aliento para darnos coraje y así avanzar al siguiente día entre tantos muertos.
Hoy me parece increíble que alguien pueda olvidar y no necesitar aquello. Yo lo recuerdo tan bien. Cada aroma, cada sonido, cada movimiento de cada hoja que se movía entre los árboles. Y me siento hambrienta por un segundo estando así.
Quizás colecciono esos recuerdos en el alma y no en la fragilidad de mi cerebro humano. No lo sé con claridad, sin embargo, estoy segura que no guardamos la huella de aquel amor en el mismo sitio de nosotros mismos.
Podría ver esos atardeceres en tu mirada, podría ver aquel anochecer de invierno, con el cielo apocalíptico que nos hizo levantarnos sólo para contemplarlo. Podría verte sintiendo mi ausente presencia, pese a la distancia que nos destruye.
Si estuviese contigo aún, permanente como en mí, aquel amor, aún podría verlo como lo veo en mis propios ojos cuando me miro en el espejo para ver si sigo aquí, por si no me he ido tras mi espíritu que vaga moribundo, no sé bien por dónde y no sé bien por qué. Mientras el peso del vacío me carga los párpados con nostalgia.

Hace tiempo ya que me he quedado sin opciones. Puedo sopesar en mi soledad, que preferí llamar sólo 'falta de ti'. O simplemente seguir alimentándome de recuerdos para aliviar temporal y levemente mi dolor.
Claro está, ninguna es lo suficiente para que alguien al fin me diga; 'Qué bien, ya estás mejorando'.
Pero es lo que tengo mientras encuentro el modo de aprender a vivir, amar, sentir, con este corazón tan mutilado que no ha descansado desde la última vez que te vi y comencé a morir.
Soledadgris17 de febrero de 2016

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