Tú me enseñaste el significado del amor. Tus ojos eran mi mundo, tu boca mi alimento y tus caricias mi aire.
Pero te fuiste, me dejaste. Y ahora tras haberme levantado y continuado con mi vida… lo más duro no fue perderte, sino saber que no volverás.
Tu marcha sin regreso la tengo marcada a fuego en mi cuerpo. Y aún así no me atrevo a pronunciar la palabra más terrorífica para mí… ADIÓS.