Y de repente, los años caen por su propio peso,
como cuando ella se quitaba el albornoz
y el destino se me atravesaba en la garganta criando larvas.

Los años caen, tan imponentes y fatídicos
como me imagino su ropa, arrastrando miradas por su espalda.
Miradas hambrientas, ansiosas,
miradas que, llegado este momento, ya no son las mías.

Blanca era esa piel en la que yo imitaba a Gustav Klimt con el dedo
y su espalda era un beso permanente por si le faltaban los de mi boca.

Y ahora, en blanco se queda el destino cuando ve que me voy y que te vas,
como un núcleo (cada vez más débil) que irradia en direcciones opuestas.
Cuando ve que no existe, que eternamente permaneceremos larva,
crisálida,
y nunca mariposa.

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4 Comentarios

• 

  Avelibre

  Primera vez que paso por tus letras pero, definitivamente, no la última.
  
  Estos versos envueltos en gamas de colores del maestro Klimt, han despertado mi gran curiosidad por tu trabajo.
  
  Un poema maravilloso. Mis más sinceras felicitaciones.
  
  Saludos y hasta la próxima,
  Caro

  04/10/15 09:10

• 

  Voltereta

  En parte un poema de matamorfosis, donde el gusano quiere convertirse en mariposa pero al final es simple pupa.
  
  Es difícil conformarse con lo que se es, pero a veces somos lo mejor de nuestra especie y sin embargo no nos damos cuenta. Estamos inmersos en la evolución y a veces somo lo más perfecto sin saverlo y sin que los demás siquiera se den cuenta..
  
  Me ha encantado tu poema, tiene mucho transfondo.
  
  Un saludo.

  05/10/15 10:10

• 

  Voltereta

  Perdona las faltas, quería decir metamorfosis y evidentemente "saberlo", son cosas que pasan cuando se escribe deprisa y no se revisa el comentario antes de enviarlo.
  
  Te pido disculpas

  05/10/15 11:10

• 

  Paulitinamente

  Me gusta el poema, de verdad me gusta : es una suave sugerencia.
  Y me gustan también los comentarios.

  06/10/15 06:10