Ha pasado ya un tiempo, no sé nada de ti y aunque creía haberte olvidado, hoy tu imagen ha vuelto a mi mente y con ella, todas las sonrisas que me regalaste.
Todos los momentos de felicidad que pasé a tu lado se han reproducido en mi cabeza como si fuesen una película, una película que no tuvo un final feliz. Ojalá la vida fuese como en los filmes románticos cuyas historias de amor casi siempre acaban bien.
Es muy duro aceptar la realidad cuando desde pequeña te han inculcado el 'fueron felices y comieron perdices', como si eso fuera lo que verdaderamente sucede.
Aunque creía estar bien, hoy me he dado cuenta de que no lo estoy. No era consciente de que mi vida era sombría y que la felicidad pasó de ser parte de mi rutina a un tesoro escondido en lo más profundo del océano, a donde ahora mismo y dudo mucho que en un largo tiempo, consiga llegar.
Estaba muy ciega antes de conocerte y sobre todo, durante el tiempo que pude caminar a tu lado. Yo no creía en el amor y jamás pensé que mi felicidad llegase a depender de una persona. No lo llaméis obsesión o dependencia, era verle sonreír y que mi corazón acelerase de tal forma que si hubiese marcado la partitura de una canción, sería la canción de amor más bonita que se hubiese creado. Eran tales mis sentimientos que aquí me hallo, extrañándote como si fuese una exdrogadicta a la que le falta su dosis, una dosis que lleva tu nombre.
Todo amor es eterno hasta que se acaba y aunque creía que mi amor por ti ya había cesado, no sabía lo que equivocada que estaba.
