Tal vez sea todo culpa de mi estúpida manía por buscarle un significado a todo, pero creo que ahora empiezo a entender un poco este episodio. Como siempre te he dicho, entraste a mi vida en un momento en el que no era más que un vaso de cristal colocado en la orilla de la mesa. Y tú fuiste algo así como la mano que me devolvió suavemente al mismisimo centro, sin nisiquiera aprovecharte de mi y beber del contenido que yo dentro guardaba, aunque yo te lo ofreciese. Siempre te he sentido como un regalo de la vida, un milagro que llegó en el momento más oportuno. Tú solito me devolviste la confianza hasta en mi misma, cuando yo ya no confiaba en casi nadie. Tú, con tan sólo palabras, devolviste la esperanza a mi alma y me empujaste a seguir adelante. Pasaban los meses y yo no hacía más que agradecer al cielo por esta bendición que me había sido otorgada, y esque desde que tu entraste a mi vida, todo mi entorno empezó a mejorar; como si tú fueras el pincel que devolvías el color a este lienzo pintado en blanco y negro. Pero a pesar de todo, yo creo que tú tenías una función en mi vida. Ninguno de los dos lo sabíamos, pero yo ahora lo veo claro. Tenías como destino ser un ángel que me enseñara a amar, y me concediera el privilegio de hacer la espera lo más agradable posible. Y el tiempo acabó, y tu debías marchar. Dejando con tu partida un rastro de recuerdos dulces que jamás podré olvidar. Y tal vez esa no sea la opción que yo prefería, pero ahora entiendo que el destino estaba diseñado de este modo. Que tu has sido mi héroe y como tal te recordaré hasta el día de mi muerte, y aunque me duele no haber podido compensarte con la alegría que tú me has procurado, supongo que así es la vida del héroe: tu misión es salvar vidas, aunque nadie valla a salvar la tuya. Perdón por darme cuenta tarde de lo que significas en mi vida.
Te quiere, tu salvada. 06/12/14
